Carmen Prieto. «Tengo grabado el aldabonazo de la puerta cuando se cerró al salir la Virgen. Para nada pensé que pasarían 14 años antes de volver». El hermano mayor de la Exaltación, José García Rufo, vive con la misma emoción e intensidad que el resto de los hermanos de la cofradía del Jueves Santo estas horas previas al regreso a su templo. El sábado 24 de noviembre a las 18.15 horas pondrán juntos, como hermandad, rumbo a Santa Catalina tras 14 años en el exilio, aunque éste haya sido en San Román, en su propia parroquia.
-¿Qué supone la vuelta a Santa Catalina?
-Mucha ilusión. Un acontecimiento gozoso para la hermandad. Hay generaciones de hermano que no conocen o no recuerdan porque eran muy pequeños nuestra hermandad en Santa Catalina. Otras que ya no están y no lo verán…
-¿Cómo ha sido este tiempo en San Román?
-Hemos estado en nuestra parroquia. Afortunadamente no nos hemos tenido que ir de nuestra feligresía y todo ha ido muy bien. Pero el arraigo en Santa Catalina es sentimental. La carga emocional es estar con nuestros titulares en nuestra capilla, aunque no nos hayamos tenido que alejar mucho.
-¿Qué recordará especialmente de este tiempo?
-Todos los cultos, los besamanos, los traslados de nuestros titulares a los Terceros para la estación de penitencia… La hermandad, lejos de lo que se pueda pensar, no se ha resistido por este exilio, sino que, al contrario, ha experimentado un gran crecimiento.
-¿Cuando salieron de Santa Catalina pensó que sería por tanto tiempo?
-Tengo grabado el aldabonazo de la puerta al cerrarse tras la salida de la Virgen. Para nada pensamos que podría ser por tanto tiempo.
-¿Qué ha sido lo más duro en estos 14 años?
-Pasar junto a Santa Catalina los Jueves Santo y no poder entrar ni salir de ella. Verla que todavía estaba con andamios o desconchones por fuera.
-¿De qué manera ha participado la hermandad en la restauración de la iglesia de Santa Catalina?
-Como propietaria de la capilla sacramental y de su sala capitular y con un censo enfitéutico (una cesión perpetua o alquiler gratuito vitalicio) sobre la capilla que tradicionalmente ocupan los titulares, la hermandad va a participar en el porcentaje que le corresponde por estas propiedades.
-¿Supone mucho esfuerzo para la hermandad?
-Llevamos ya dos años colaborando con las obras, ajustando nuestro presupuesto, el de una hermandad de 1.600 hermanos. El Arzobispado conoce nuestras limitaciones y nuestras cuentas. Asumimos lo que nos corresponde con mucho gusto. La colaboración es total.
-Hubo un momento en el que no parecía que la relación y la colaboración fueran tan fluidas.
-Nunca hubo por parte del Arzobispado ni un requerimiento ni una notificación. Simplemente fue una carta informativa, pero aquel asunto ya está zanjado y la colaboración es total y aportamos lo que nos comprometimos.
-¿Qué espera que ocurra este sábado?
-Una explosión de alegría, con los sentimientos a flor de piel. Me brotan muchos recuerdos de hermanos que ya no están con nosotros y la ilusión de los que no han visto nunca a su hermandad en Santa Catalina. Va a ser un día para escribirlo con letras de oro en la historia de la hermandad.
-Como hermano mayor [tomó posesión el pasado junio], ha tenido la oportunidad de entrar en el templo, ¿qué le ha parecido la restauración?
-Entré en julio y todavía estaban terminando la obra. Ahora quienes están entrando son los priostes para preparar la capilla para recibir a los titulares. Pero lo que yo recuerdo de Santa Catalina sigue igual: la capilla en el mismo sitio, no ha habido modificaciones. La restauración ha sido magnífica.
Más de 600 hermanos, casi como un Jueves Santo, han sacado la papeleta de sitio para acompañar este sábado, 24 de noviembre, al Cristo de la Exaltación y la Virgen de las Lágrimas en su regreso a Santa Catalina. El cortejo saldrá a las 18.15 horas de San Román y llegará a su sede canónica a las 19.30 horas, tras 14 años de exilio, pasando por Peñuelas, Doña María Coronel, Gerona y Capataz Manuel Santiago. La hermandad ha preparado cada detalle de este cortejo y de su recorrido. Ha pedido a los vecinos que adornen sus fachadas con colgaduras y reposteros. Todo está previsto en este día histórico para la hermandad.