Carmen Prieto. “Vengo a contarte lo que ya sabes, pero estás deseando que te cuente”. Charo Padilla, la primera mujer que ha abrazado el atril del Maestranza para anunciar la Semana Santa, se ha dirigido a Sevilla, a los cofrades, a las hermandades, en particular, dependiendo del momento, para contarle lo que cada año le cuenta desde los micrófonos de Canal Sur, lo que empezó a hacer en Antena Médica, para desentrañar la Semana Santa de los barrios, de las vivencias, de las mujeres, la de las familias, la de los periodistas que, como ella, agradecen a su profesión el privilegio de poder narrar cada cofradía.
Emotiva, auténtica, directa, con la naturalidad y la frescura que caracterizan su trabajo, Charo Padilla, que ha pedido la venia al sevillano para llevar sus palabras allí donde esté, en sus casas, en los hospitales, las cárceles o al otro lado del mundo, “para que sientas el silencio, la alegría (…). Todo está preparado” (…), que “queda siete días para la película de tu vida”. “Te lo pide mi corazón de mujer, te lo narra mi emoción y te lo canta esta pregonera”, ha dicho en su disertación, trufada con versos al final de cada uno de los pequeños capítulos, con efectos de sonidos (el rachear de los costaleros del Gran Poder que anticipan la llegada de Dios: “Son los pasos de Dios que arrastra los nuestros) y con la música, con las marchas dedicadas a la Macarena, desde Esperanza Macarena a Macarena de Cebrián, ensartadas por su marido, el compositor Manuel Marvizón; además de una pieza final, que ya sonaba a sintonía, mientras la pregonera confesaba saberse en un sueño: “Soy una mujer que un día en un sueño pregonó: Sevilla es una mujer morena a la que su madre le rezó”.
Fue precisamente el paisaje dedicado al regreso de la Macarena desde el convento de las Hermanas de la Cruz hasta su llegada al atrio, siguiendo las órdenes de Luis León y mecida por los empujones de la bulla, el culmen de un texto versátil, sin ataduras y sin compromisos, más que con lo vivido: “La gente se confiesa alrededor de este paso, le oí decir a Luis León (…). ‘Lloran el palio, los varales, las trabajaderas y tos ustedes. Y lloran ellas de alegría porque nos vamos ya’. Luis lo hacía todo para que las monjas no se enteraran que la Esperanza se iba a de su casa hasta el año que viene. Sangre verde, sangre de arte. Acordaos de quien ustedes quieran. (…) Al cielo, le gritan los costaleros. Déjamelo que la vea, me aparto. Las mariquillas se mueven. Señora, es la Virgen que respira (…). Los policías aprietan. No los oigo, no los quiero oír (…). Nada malo me puede pasar junto a la Esperanza. Veo a mi padre. La miro. Rezo por mis hijos. (…) ¡Cómo está la Resolana, San Luis y la muralla! La Macarena es el tiempo que nunca pasa, el tiempo que se detiene, el tiempo que nunca vuelve. Bendito el trabajo que me lleva a la gloria una mañana de Viernes Santo rodeada de macarenos (…) ¡Esta es la gloria y quien la vivió, lo sabe!”.
Padilla, que ha hecho un pregón biográfico, porque “la Semana Santa es el capítulo de nuestras vidas”, porque “contamos nuestros años por Semana Santa”, contó que su madre, que iba en silla de ruedas por “una enfermedad de esas raras que a pocos les importa”, la llevó a rezar ante la Macarena y así, tal como le dio la vida, “estaba sembrando en mí la devoción a una imagen que era su asidero, su consuelo, su refugio… era su Esperanza”. Y la pregonera confesó sin tapujos: “Sólo quiero ser para mis hijos lo que hizo conmigo mi madre”, además de que “en la cara de la Macarena está la mirada de mi madre, por eso hoy sigue viviendo en ella”.
Contó cómo su marido le pidió su mano a su hermano José Ángel al salir de debajo de las trabajaderas del Señor de la Redención y cómo se trabajó su atención “tirando cable” para que ella pudiera, desde la iglesia de Santiago, llevar las mejores entrevistas a los oyentes. O cómo, desde la calle Sierpes y su pila bautismal del Salvador, se hizo vecina del Cerro por Angustias, la vecina que cada Martes Santo la esperaba al otro lado de la reja del atrio de la parroquia de la Virgen de los Dolores: “Fíjate dónde estoy, Angustias, pregonando que tu Virgen de los Dolores, mi Virgen, es muy grande en la ciudad, dicho con el lenguaje sencillo del Cerro”.
Padilla ha recorrido los barrios como lo hace cada Semana Santa y ha empezado por el Polígono Sur, donde una humildad agrupación parroquial, nacida en la parroquia de los salesianos, y arropada por el Proyecto Fraternitas del Consejo, ha logrado que los jóvenes se hagan músicos y ahora toquen en Sevilla: “Aquí hay hombres y mujeres que luchan día a día por salir adelante. Apenas a 20 minutos… y, en medio del desierto, siempre la Esperanza”. “A ellos, con mucho orgullo, quiero hacerles sitio en este pregón. Ellos significan mucho: el amor desinteresado, la caridad, la fuerza de voluntad de unos niños que no lo tienen nada fácil. Cuando esta Semana Santa vean a estos músicos, aplaudan todo lo que pueda, buscan un mundo mejor, ellos hacen grandes a nuestra cofradía, son de los nuestros, fuente de nuestro orgullo, son costaleros del paso más pesado; a Dios por la música, al corazón de Sevilla por nuestros barrios. Son jóvenes, nuestros jóvenes y vienen del Polígono Sur”, proclamó en los primeros tramos de su pregón.
Pero Charo Padilla también ha recordado las dificultades y los sufrimientos que han supuesto para las mujeres la cerrazón de las cofradías, hasta que el cardenal Amigo Vallejo decretó la igualdad. Y, a través de la historia de Carmen Medina Rodríguez, la Maja, una mujer de 85 años que este Domingo de Pasión la escuchaba desde el patio de butacas del Maestranza, narró cómo su madre intentó salir de nazarena en la Esperanza de Triana y tuvo que volver a su casa con la túnica en los brazos cuando comprobaron que era mujer. Ella, la Maja, tuvo que esperar para cumplir el deseo de su madre. Lo hizo con una vara dorada en la antepresidencia del palio, con 70 años.
La periodista siguió pidiendo cable a su marido porque “tengo pendiente la entrevista de mi vida” con los que se fueron al cielo, familiares y amigos. En especial, como el concejal de Fiestas Mayores, Juan Carlos Rodríguez Cabrera, Padilla recordó a Rafa Serna, “que se nos fue hace solo 40 días y nos duele su ausencia. Pero está aquí, donde fue inmensamente feliz”, en referencia al pregón que el compositor pronunció hace dos años. “¡Sevillano que has creído, eres bienaventurado, estás con Dios en el cielo después de haberlo tenido toda la vida a tu lado!”, concluyó antes de recibir una nueva ovación.
Las estampas que Padilla recibe en sus trasmisiones y guarda en un cajón, que es su “mayor tesoro”, y a las que definió como “altar doméstico para rezar a deshora”, y que a veces, confesó, “creo que me llevan a mí”, le dieron pie para hablar del Cristo de la Expiración: “Quien ha visto a uno de tus hijos expirar, ha visto tu cara, ¡Cachorro de las estampas!”.
Padilla también ha recordado a sus compañeros en las ondas. Araceli Limón, Charo López, Fran López de Paz, Antonio Cattoni, José Manuel de la Linde, Javier Márquez, Elena Carazo, Valentín García y su #yomecuro, y otras mujeres periodistas que se dedican a escribir de cofradías, como Irene Gallardo, Aurora Flórez o Gloria Gamito.
“En una sociedad en plena crisis de favores, debemos estar muy orgullosos de que en Sevilla existan cientos de hogares donde se hable de Dios, donde se enseña a rezar, sin subvenciones. La mejor muestra de amor que podamos recibir”, declaró la pregonera tras afirmar que la Hiniesta, como cada para cada uno su cofradía, es una institución familiar, que “el día de la salida de la cofradía de la familia es el día más importante del año”. “¿Comida rápida? Esa es la que se come el día que sale la cofradía”, bromeó antes de declarar que “ser buenos cofrades es la forma más hermosa de ser católicos en Sevilla”. Y recordó que “antes de que mis hijos nacieran”, los ha llevado “de cofradías en cofradías. Ellos, acomodados dentro de mí, han sentido el bullicio en las calles. Han escuchado el sonido rotundo de un llamador en sus oídos, se han quedado quietos ante el cante de una saeta, o la marcha que compuso su padre. Mi vientre fue la primera túnica de su vida. ¡Qué privilegios llevarlos y qué privilegios enseñarles cuando aún no han nacido! Las madres tenemos el enorme privilegio de llevar en nuestros vientres a los nazarenos de Sevilla”.
Así, poco a poco, de barrio en barrio, del Polígono sur a San Pablo, Padilla fue llevando a los sevillanos que la siguieron, “gracias al trabajo de mis compañeros”: “A las calles, a las bullas, a los balcones, a los atajos, a los puentes, a los barrios. Salid, vividla, que solo es una semana porque el tiempo nunca espera y el tiempo que hoy crees que tienes, no volverá mañana!”
Y “con cuerpo de Viernes Santo. Dulce fatiga, honda satisfacción. Muy cansada, pero muy feliz”, Charo Padilla se fue retirando del atril, tras una hora y 23 minutos de disertación, lamentando no haber podido hacer el reportaje de su sueño, el que explicaría cómo se talló la Macarena, pero con una cosa clara: “Soy la mujer que un día en un sueño pregonó: Sevilla es una cara morena a la que mi madre le rezó”.
Presentación de Juan Carlos Cabrera. El concejal de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, fue el encargado de presentar a la pregonera. Cabrera empezó su alocución con un recuerdo a Rafa Serna: «¿Y ahora quién pregonará a Sevilla si estamos huérfanos de esa música que tus sabías hacer?», le dijo para asegurar que «Sevilla no olvida a sus hijos más ilustres». Y antes de conceder la palabra a Charo Padilla, reconoció que «dirán que Sevilla es algo más que su Semana Santa, pero sin ella no sería Sevilla». Por esto destacó el papel que juegan las hermandades a lo largo de todo el año como «eje vertebrador de sus barrios, donde la acción social tiene un valor incontestable». En su opinión, las cofradías son «instituciones centenarias que han dado lo mejor de sí a la ciudad. Tenemos una deuda permanente con ellas».
En su cuarta y última intervención, de momento, en un pregón, pues todo depende de lo que ocurra en las elecciones municipales del próximo 26 de mayo, ha pedido de los cofrades «comprensión», pues en todas las medidas adoptadas ha buscado lo mejor para la ciudad. Además, se ha congratulado de que, después de que hace cuatro años solicitara en este atril que una mujer fuera pregonera, «aquella rosa se llame Rosario». Una mujer con una «personalidad arrolladora. Bocanada de aire fresco para quien trata con ella». «Una de las primeras mujeres que se dedicó a la información cofrade, rompiendo un techo de cristal», la describió. Pero, aseguró, «hay una Charo que no lleva pinganillo, la madre, la cofrade… Su designación ha sido todo un reto. Un estreno más de la Semana Santa y no es baladí. Cuántas veces ha estado en la trastienda. Adelante, ahora este atril y este escenario son todo tuyos, que escuchemos el rachear de tu corazón. Ahí está Sevilla, tuya es la palabra».