Fermín Cabanillas. El próximo 21 de abril, Domingo de Resurrección, los vecinos de la localidad sevillana de Coripe volverán a disfrutar de una fiesta cuyo origen se pierde en el tiempo, y que el año pasado fue revestida de tal polémica que hasta la Fiscalía abrió un expediente por un presunto delito de odio.
Es la fiesta de la Quema del Judas, la tradición de cada Domingo de Resurrección, cuyo cartel de este año acaba de salir a la luz.
Se trata de una cita que se celebra cada año el Domingo de Resurrección y consiste en tirotear a un muñeco hecho de trapo y paja en el que se esconde un poco de gasolina hasta que este comience a arder.
El muñeco representa a un personaje conocido que durante ese año haya destacado por haber realizado alguna mala acción, y que el año pasado se eligiese a una réplica de Ana Julia Quezada, la presunta asesina del niño Gabriel, no gustó al Movimiento contra la Intolerancia, que incluso planteó una denuncia que fue archivada por la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Sevilla el 26 de junio siguiente.
Estuvieron imputados. Concretamente, estuvieron en el punto de mira el alcalde de Coripe, Antonio Pérez, y su concejala de Festejos, Irene García, imputados por un presunto delito de odio, e incluso se enfrentaban a una posible una pena de prisión de hasta cuatro años.
El Ayuntamiento defendió en su día que no se trataba de una fiesta racista, sino de una tradición de más de cien años, “que además es Fiesta de Interés Turístico Nacional” y que los vecinos que lo organizan decidieron el año pasado que la protagonista fuese Quezada. Ahora, ya está convocada la edición de 2019, y el cartel habla a las claras de lo que supone la cita.
Con una gran interrogante sobre una foto de una edición anterior, el texto dice lo siguiente: “Un secreto nunca desvelado hasta el último segundo. Una fiesta popular transmitida de generación en generación. Una forma de que un pueblo se manifieste contra las malas acciones”.
Hace un año, la polémica atrajo a Coripe a televisiones de toda España para informar de unos hechos que, ahora se repiten, como marca la tradición en el pueblo para cerrar la Semana Santa.
Y todo, desde la Parroquia de Nuestro Padre Jesús Nazareno donde procesiona el Cristo Resucitado. Tras esta procesión, se tirotea a un muñeco hecho de trapo y paja en el que se esconde un poco de gasolina hasta que éste comience a arder.
Este muñeco representa a un personaje conocido que durante ese año ha destacado por haber realizado alguna mala acción. También, se realiza un huerto artificial, representación del Huerto de los Olivos, que se construye en la Plaza de San Pedro.
Es característica también la participación de escopeteros que disparan papelillos por calles coloridas y adornadas con banderines.
