C.P.G. Sol de mañana de Resurrección, luz de la Pascua que animó a los sevillanos a disfrutar de su última cofradía en cada una de las calles de su recorrido, incluida toda la Carrera Oficial, donde permanecen las sillas para quienes, gratuitamente, quieran disfrutar sentados del cortejo. Desde Santa Marina, en horario matutino ya más que consolidado, en este tercer año de prueba, la hermandad de la Resurrección llegaba a la Catedral tras la misa de este Domingo entre domingos, coincidiendo con uno de los repiques solemnes de la Giralda.
Pero en esta gran celebración, la cofradía no ha olvidado el rezo común de todas las hermandades en esta Semana Santa: por los cristianos perseguidos. Y especialmente este domingo en el que, al menos, han muerto 150 personas en varios atentados en iglesias y hoteles de Sri Lanka. En el palquillo de la Campana, Antonio Santiago ha dedicado la levantá del paso del Cristo por los cristianos del mundo perseguidos por su fe. Ante la Virgen, se ha acordado de Sevilla y todas sus hermandades.
El palio de la Virgen de la Estrella, sin pretenderlo, se ha convertido en la principal novedad de esta cofradía. La hermandad le había encargado a Paleteiro un palio nuevo para conmemorar con su dolorosa el 50 aniversario de la corporación. Pero al inicio de la Cuaresma, conoció que el taller no había podido cumplir los plazos y, de urgencia, tuvieron que buscar uno. Antes casi de comenzar esta búsqueda, la hermandad de la Estrella ofrecía uno de los dos con los que cuenta. Y así la Virgen de la Aurora ha procesionado con el palio bordado por Garduño, adornado con rosas y rosas de pitiminí blancas.
Sin lágrimas en sus ojos (como tampoco penitentes lleva su cortejo), la Virgen de la Aurora camina tras su hijo, el Señor Resucitado, cuyo paso iba exornado con claveles rojos, al que los músicos de la banda Virgen de los Reyes habían dedicado Cerca de ti, a su llegada a la calle Francos, y Alma de Dios para alcanzar la Costanilla. Ante las Hermanas de la Cruz, la banda de Las Cigarreras le tocó Triana y Mi amargura. Terminada la procesión, cuando el palio supera la ojiva de su sede canónica, los sones de Amarguras marcaban el final de la Semana Santa. Empieza ahora una nueva cuenta atrás. Quedan 350 días para un nuevo Domingo de Ramos.