22 noviembre 2024
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El sevillano Alberto Moriana lidera las operaciones comerciales de una gran multinacional en Panamá

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Alberto estudió Económicas en Madrid y pronto comenzó a trabajar en una multinacional.

Victoria G. Mora. Nacido en Puente Genil pero criado desde sus primeros años de edad en el barrio de Nervión. Alberto Moriana vive desde 2012 en Panamá, donde lidera el área comercial de América Latina de la multinacional Procter&Gamble. Su empresa produce marcas tan conocidas como Ariel, Fairy, Pantene, H&S, Gillete, Dodot, Olay, Evax o Tampax.

El sevillano estudió Económicas en Madrid, donde le surgió su primera oportunidad laboral en su actual empresa. Ahora vive con su mujer madrileña y sus dos hijas en la capital panameña, donde prevé jubilarse. «No se me ocurre mejor plan que pasar el otoño y el invierno en Panamá y la primavera y el verano en Sevilla y en las playas de Huelva», asegura.

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A pesar de haber conocido más de 80 países y vivido en siete de ellos (Suecia, Noruega, Brasil, Suiza, Francia…), Alberto recuerda Sevilla como una de las ciudades más bonitas del mundo. Y no duda en traerse Manzanilla y picos cada una de las tres veces que acostumbra a visitarla al año. De hecho, en julio pasará de nuevo unos días en Islantilla con sus amigos y familiares.

-Has vivido en numerosos países, ¿tuviste siempre claro que querías salir de España? En concreto, ¿cómo surge la oportunidad de irte a Panamá?
-Tras estudiar en Madrid, comencé a trabajar en una gran empresa multinacional. Pensé que esto podría convertirse en una vía para seguir conociendo mundo. Apenas llevaba cuatro años en la empresa, cuando en 1994 me ofrecieron la oportunidad de irme a trabajar a Estocolmo. En una empresa como la mía no es infrecuente salir un tiempo a trabajar fuera de tu país como expatriado, así que no me sorprendió del todo. Pero lo que no podía imaginarme era que aquello sería el comienzo de una larga carrera internacional de 25 años, que me ha llevado a construir la carrera internacional más larga de la empresa a nivel mundial. Pero ahora, cuando miro atrás, pienso que no cambiaría mi vida por otra. Mi mujer, mis hijas y yo hemos tenido la oportunidad de vivir en siete países diferentes, viajar, aprender lenguas, conocer gente de todo tipo… Una experiencia realmente única y extraordinariamente enriquecedora.

Patricia y Sandra llevan siete años viviendo en Panamá.

En cuanto a Panamá, a mediados de 2012 la empresa me ofreció la posibilidad de liderar las operaciones comerciales de toda América Latina. La sede regional de la empresa se encontraba en Panamá, por lo que este país se convirtió en nuestro hogar desde entonces. En aquel momento vivíamos en París, así que el cambio no pudo ser más radical en todos los sentidos. El clima, la gente, la ciudad, la comida, el entorno social y económico. Pero no podemos estar más contentos de haber aceptado el desafío. Panamá es un auténtico paraíso y se ha convertido, hasta ahora, en el país donde mejor nos hemos adaptado. De hecho es muy probable que cuando me jubile lo haga en aquí. Panamá es el mejor destino para jubilarse del mundo entero, según diversos informes internacionales.

-¿Llegaste a Panamá con alguna idea preconcebida de cómo sería vivir allí? ¿Se acercaba a la realidad?
-La verdad es que ya hacía tiempo que nos imaginábamos que podíamos acabar en Panamá. Así que llevábamos meses informándonos sobre el país. Nuestro primer viaje fue para buscar casa, colegio y conocer la ciudad. Pero sí que nos sorprendió el lugar. No nos imaginábamos que hubiera una ciudad así en medio de Centroamérica, llena de modernos rascacielos. Era como un mini Hong Kong, con una naturaleza impresionante como Costa Rica y con una comunidad expatriada tan rica como Singapur, pero con ambiente latino y donde uno podía pedir una cerveza en español. Panamá es una grandísima desconocida. La gente la conoce por el canal y por los “papeles”. Pero Panamá es un gran centro financiero internacional. Es la sede de más de 150 empresas multinacionales. Es uno de los centros logísticos más grandes del mundo, por donde pasan entre un 5 y un 10% del comercio internacional global. Y poco a poco se va estableciendo como una potencia turística. Aunque no aparece en los folletos de las agencias de viajes de España, ya recibe millones de visitantes que quieren disfrutar de su biodiversidad, sus 500 años de historia, sus islas frente a las costas del Caribe o el Pacífico o las comunidades indígenas que viven en la selva. Sus habitantes disfrutan de la más alta renta per cápita de América Latina en términos reales. Así que, sí, Panamá nos sorprendió y mucho.

Según el sevillano, «Panamá es una gran desconocida».

-¿Cómo es un día tuyo allí? ¿Cuáles son tus labores en Procter&Gamble?
-Tengo una responsabilidad regional, por lo que suelo viajar de lunes a jueves por América Latina y disfruto de Panamá los fines de semana. Lidero el área comercial de una empresa que produce marcas tan conocidas como Ariel, Fairy, Pantene, H&S, Gillete, Dodot, Vicks, Olay, Evax o Tampax. Así que mi trabajo consiste en desarrollar nuestras marcas en América Latina, conseguir el apoyo del comercio o preparar a las futuras generaciones de líderes de la empresa. Y, por suerte, después de una larga semana de viajes y reuniones, llega el fin de semana en casa con la familia, con buen tiempo casi garantizado y con la posibilidad de disfrutar de amigos, playa, piscina y todo lo que Panamá ofrece. ¡Es casi como estar de vacaciones de viernes a domingo!

La familia ha vivido en siete países diferentes, antes de llegar a Panamá residían en París.

-¿Qué concepción tienen allí de los españoles?
-En Panamá los españoles somos extraordinariamente bienvenidos. Empresas españolas construyeron la ampliación del canal hace unos años, el metro, hospitales y múltiples infraestructuras. La telefonía está en manos de Movistar y muchos constructores de viviendas se establecieron aquí a partir de la crisis de 2008. Los panameños respetan el papel que España jugó en su historia y recuerdan con solemnidad que fueron españoles los que hace 500 años descubrieron para el mundo el océano Pacífico (Balboa) o los que fundaron la ciudad de Panamá original. Los españoles son considerados gente educada, bien formada y de fácil integración en la comunidad. De hecho, España es uno de los países clasificados como amigos por el Gobierno de Panamá, lo que implica que los ciudadanos españoles tienes condiciones muy fáciles de cumplir para acceder a un permiso de residencia o de trabajo.

Alberto tiene planeado jubilarse en la capital panameña.

-¿Qué te está aportando la experiencia de vivir allí profesional y personalmente?
-Vivir y trabajar en América Latina es tremendamente interesante. El entorno político y económico cambia continuamente, con lo que cada día es un nuevo desafío. A veces tenemos que rehacer los planes de negocio para un país durante el fin de semana, porque hubo una gran devaluación de la moneda, porque el gobierno va a cerrar las fronteras a las importaciones o porque ha habido un terremoto o un huracán. Además, la economía de América Latina está en un momento delicado y produce poco crecimiento (si exceptuamos Panamá y un par de países más), por lo que toca adaptar las estrategias y buscar nuevas oportunidades. Este contexto te obliga a ser muy ágil, muy pragmático y muy resiliente, cualidades que uno no tiene la oportunidad de cultivar en Europa en la misma medida (por suerte para los europeos). A nivel personal, estar en contacto con sociedades muy desiguales, donde al lado de los que viven muy bien hay gente que pasa auténtica necesidad, te obliga a implicarte socialmente y volverte más solidario. De hecho, las actividades sociales son una asignatura más para mis hijas en el colegio, que las obliga a un mínimo de 80 horas de servicio social para completar sus estudios. Por otra parte, el crecimiento económico y social que vive Panamá contagia a toda la población de un gran optimismo. Vivir en un lugar así te invita a pensar a lo grande.

El sevillano recuerda Sevilla como una de las ciudades más bonitas del mundo.

-¿Qué te ofrece la ciudad que no podrías encontrar en Sevilla?
-La realidad es que Sevilla y Panamá no pueden ser más diferentes. Cada una es única en su manera. La belleza y el ambiente de Sevilla no tienen igual en el mundo. El barrio de Santa Cruz, el parque de María Luisa, los bares de tapas, la Feria o la Semana Santa. Nunca dejaré de echarlos de menos. Pero es verdad que he aprendido a disfrutarlos en pequeñas dosis, pero muy intensamente. Panamá también tiene cosas que no tiene Sevilla. Tenemos el océano Pacífico enfrente, con paseos marítimos increíbles. Tenemos el Caribe a una hora en coche, con las islas y playas vírgenes más impresionantes que uno se pueda imaginar. Tenemos una arquitectura moderna y sofisticada. Tenemos a 30 minutos comunidades indígenas que viven en la edad de piedra, en chozas en medio de la selva. Tenemos el canal, una de las siete maravillas de ingeniería del mundo. Y tenemos un casco antiguo colonial con 500 años de antigüedad, lleno de restaurantes, hoteles y bares roof top que ponen música caribeña hasta las cuatro de la mañana. Así que aquí también hay muchísimas cosas únicas de las que disfrutar.

Panamá vive un momento de gran crecimiento económico y social.

-Si pudieras llevarte una sola cosa de Sevilla a Panamá, ¿cuál sería? Y al revés, ¿qué te traerías de allí para acá?
-Eso no es una pregunta hipotética, es una pregunta real que nos hacemos cada vez que vamos o volvemos a Sevilla. De Sevilla a Panamá nos traemos Manzanilla y picos. Parecen cosas tontas, pero no se encuentran aquí y os puedo asegurar que saben mucho mejor cuando uno las toma a 10.000 km de distancia y cuando tienes poca cantidad de ellas. De Panamá a Sevilla nos llevamos el Ron Abuelo, que es bien caribeño y se hace aquí, porque las otras cosas increíbles que tiene Panamá uno no puede llevárselas para Sevilla, ¡están atadas al suelo!!

Alberto veranea en la playa onubense de Islantilla, donde tiene previsto volver en julio.

-¿Dónde te ves viviendo en los próximos años?
-Después de haber cambiado de país siete veces, pensamos que nos merecemos un descanso. Al menos hasta que mis hijas Sandra y Patricia puedan acabar el colegio y vayan a la Universidad. Por eso llevamos ya aquí siete años. Es posible que salgamos de aquí una vez más para conquistar un nuevo país, por motivos laborales. Pero sí tenemos bien claro que cuando llegue la jubilación, Panamá es el lugar. No se me ocurre un mejor plan que pasar el otoño y el invierno en Panamá, para luego pasar la primavera y el verano en Sevilla y en la playa de Huelva. En el jardín de casa tenemos un cartel que dice Endless Summer, ¡esa es nuestra visión de una buena vida!

-Para acabar, un mensaje a tus familiares y amigos que te leen desde Sevilla…
-En Sevilla viven mis padres, Alberto y Rafaela, y mi hermano David. Ellos han venido muchas veces a vernos y saben cómo disfrutamos Panamá. Pero también saben cómo los echamos de menos y cómo aprovechamos cualquier oportunidad para ir a verlos y disfrutar de su compañía. Y la próxima ocasión será en julio de este año, cuando pasemos unos días juntos en la playa en Islantilla. Y a mis amigos les mando un fuerte abrazo y espero verles de nuevo en el chiringuito de la playa tomando Cruzcampo, altramuces y camarones.

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