J.A. de Mora. No imaginaba, cuando empezaba su carrera empresarial en el aceite, allá por 1964, que su trabajo iba a influir tanto en la comunidad que le vio nacer, y en su país, … y en el mundo. Regar de aceite de oliva infinitos lugares del globo es proporcionar salud y generar economías, y es lo que ha hecho Juan Ramón Guillén Prieto. Tanto que esa trayectoria de vida y las metas alcanzadas le han convertido en un verdadero embajador mundial del aceite español, del aceite andaluz. Muchísimos empleos creados y mantenidos a lo largo de más de medio siglo, tanta economía real, tangible, auspiciada por su constancia y esfuerzo, hacen del sevillano un empresario extraordinario, una persona singular que configura un modelo de éxito basado en el trabajo, el rigor, la constancia y la honradez. Su empresa está abierta las 24 horas del día. La demanda de sus aceites, desde más de 120 países, obliga a producir de continuo y gestionar en una multitud de idiomas desde una oficina de exportación con un contingente de personas que operan día y noche.
El presidente de Acesur ahora muestra su preocupación, e indignación, por el estado de las cosas en un mercado concreto, el de EEUU, en cuanto a los condicionantes impuestos por Trump al aceite español a causa de algo que no tiene nada que ver con su sector, las sanciones por el tema Airbus. Un arancel del 25%, algo demoledor. Cree que no se está haciendo lo suficiente en la defensa de nuestros intereses. Lamenta que tanto esfuerzo por consolidar un mercado como el norteamericano se vea ahora de forma abrupta afectado por la situación. Para vender ahora aceites allí el producto ha de tener origen en Túnez, Italia, Portugal, Grecia o Marruecos, quedando la marca ‘España’ relegada al ostracismo.
Para atender las necesidades de su cartera de clientes americanos Acesur ha tenido que comprar tres millones de kilos de aceite en los últimos meses en Túnez. Y Guillén entiende que su empresa sufre perjuicios, pero el daño sobre todo se produce a España, a sus agricultores, que no pueden vender su aceite en Norteamérica -ni a ningún país que a su vez pretenda como destino final EEUU- en estas condiciones competitivas. Los distribuidores españoles tienen que cambiar el origen del aceite, ‘y allí se pregunta ¿no decían ustedes que el mejor aceite es el de España? el daño que se ha hecho ha sido tremendo’.
Juan Ramón Guillén sin embargo no se queda en el lamento sino que actúa. Su empresa, que tiene allí oficinas –New York y Norfolk– va a poner en funcionamiento una fábrica -envasadora de aceite- en Norfolk, Virginia.
Lejos, muy lejos quedan sus inicios. Empezó trabajando en una fábrica de jabón, ‘Ragusa, el que más se usa… de la casa Guillén, y por eso lava muy bien’ -recuerda- con su tío Ramón Guillén, en la calle Gonzalo Bilbao. Luego se independizó, trasladándose a Madrid y comenzó en el negocio del aceite. ‘Gracias a Dios me han ido las cosas bien -nos dice- porque yo no me he ido nunca de vacaciones ni me he gastado el dinero, el que iba ganando lo iba invirtiendo en la empresa, todo está invertido en la fábrica‘.
No cree en el azar en absoluto, cree en el trabajo. ‘El que trabaje y tenga esa misión acierta y triunfará siempre’ -afirma con rotundidad-. ‘A uno le pueden venir mal las cosas, como a mi cuando había que pagar intereses al 17 o al 18%, pero trabajando al final se sale’. Apostilla que el trabajo ha de ir acompañado de honradez y ética. Ha experimentado en su firma el valor de la reputación. Antes se requerían cheques conformados e instrumentos similares para operar, ahora solo con saber el destino de los camiones es suficiente, ‘eso se ha conseguido sin faltarle nunca a nadie, sin engañar nunca a nadie‘ -resalta-.
Eso se lo dice a sus hijos y a todo el que quiera hacer negocios, al igual que no se pretenda uno ‘enriquecer de golpe, eso es placer para hoy y hambre para mañana, hay que ser ético, cumplir siempre lo que prometes. Nosotros, gracias a Dios, de todas las cooperativas de España, porque compramos a todas para todo el mundo -de aquí salen un millón de kilos diarios- llegan los camiones sin ningún problema‘.
Ha habido momentos difíciles para este empresario, pero siempre ha considerado que solo podía tirar para adelante. Las dificultades financieras asociadas a elevados costes del dinero provocaron situaciones complejas. Antes los clientes -cadenas de supermercados, grandes superficies de alimentación- se financiaban a través de los proveedores pagando a bastante plazo (60, 90, 120 días e incluso seis meses) y había que soportarlo sufriendo intereses bancarios elevados. Siempre pensó en equilibrar su balanza financiera también a través de sus propios proveedores. Pues algo que lo veía como un sueño, al final lo ha conseguido.
Ahora hay cooperativas que le dicen ‘llévate el aceite, vamos a valorarlo y ya me irás pagando‘. Eso es, según Juan Ramón, ‘gracias a la honradez y al prestigio, porque en esta vida de los negocios como no consigas tener prestigio con los compañeros, con la gente que tratas, no tienes nada que hacer‘. No obstante, para nuestro entrevistado en el sector, entre compañeros, puede haber amistad, respeto, pero es indudable que hay competencia, no existe una colaboración expresa.
Confirma que la calidad de los aceites hoy en día es mucho mayor que la de antaño. La razón se encuentra en que ahora se selecciona con más esmero la aceituna y no entra en molienda fruto que esté pasado. Nos dice que la mayor calidad se obtiene recogiendo la aceituna por la noche y que por esa mejora en la calidad ya han desaparecido prácticamente dolencias estomacales que antes se atribuían al aceite en si, no a su procesado inadecuado.
Le comentamos que en toda trayectoria empresarial cada persona suele encontrar en el camino a gente que en momentos clave les ayuda, aportaciones que suelen ser determinantes en los desarrollos futuros. Gente que te da la mano, te ayuda a levantarte si es necesario o adoptar las decisiones en ese camino del éxito empresarial. Preguntado por personas concretas que hayan influido en su vida profesional y que de alguna forma hayan tenido protagonismo para que hoy el haya alcanzado las metas logradas, nos dice que ‘gente que ha confiado en mi, mi tío Ramón Guillén … y un cooperativista jiennense, que era presidente de las cooperativas de esa provincia, que por lo que sea confió en mi, empezó a trabajar conmigo con sus aceites y me dio lo mejor que tenía, José María Pastor. Era el principal productor de aceite de toda España y por supuesto del mundo. Un tío bueno, con muchas tierras‘.
Juan Ramón nos cuenta una anécdota de esta persona por la que se siente tan agradecido, ‘Allí en su pueblo, Villacarrillo, me acuerdo que a el le gustaban mucho los toros, y allí en el pueblo les construyó un convento a las monjas -que eran muy aficionadas- encima de la plaza de toros, para que vieran las corridas. Arregló todas las iglesias de aquella zona. Ese hombre ha influido en mi vida porque gracias a él compramos Coosur. Garantizó la operación -y que no se despidiese a 300 empleados- y entró al 20%, pasando luego un 10% a las cooperativas que el llevaba. Un tío para quitarse el sombrero.’
Recordando la etapa con su tío Ramón, del que era ahijado y como un hijo suyo, cuenta también otra anécdota: ‘con 18 años me fui con sobrecitos de jabón, porque no había detergentes todavía … se hacía un jabón para rubias y para morenas para que se lavaran el pelo, un jabón en polvo. Recuerdo que con Manolo Bará y Marisa Carrillo, de Radio Sevilla, se organizó una corrida de toros en Huelva, y que cada quince sobrecitos de jabón consumido servían para una entrada. No veas todo el jabón en polvo que se vendió en toda aquella zona de Huelva. Eso se me ocurrió a mi con Manolo Bará. Debió ser en el año 57 o 58, yo ya soy muy viejo‘ -nos dice sonriendo-.
Su empresa es un modelo de empresa familiar, de la que son partícipes su mujer, sus hijos y él, además de un pequeño porcentaje de la cooperativa que proviene de la actuación citada de José María Pastor. De sus cinco hijos cuatro desempeñan labor en la empresa y un quinto trabaja, y le va muy bien según nos dice Juan Ramón, al margen de la sociedad. Todos han estudiado carrera, master, hablan inglés y han trabajado antes fuera de la fábrica tres años. Ese protocolo sirve también para los nietos. Su deseo es que Acesur siga en la familia, ‘hay que conseguirlo, porque las empresas familiares suelen tener mejores resultados que las que no lo son, eso está clarísimo en todos los estudios que hay’ -asegura-. Cree que en la vida se nace pero hay que seguir, hay que hacerse.
Entiende que las cosas han evolucionado en algunos aspectos para mal en el campo. No debería haberse perdido la figura del aprendiz. La figura de los padres como administradores de las rentas cree que favorecen el concepto de familia, que aportar a la familia debería ser una máxima para los chicos que cumplen 18 años y se ponen a trabajar. ‘No hay que darle dinero a nadie que no trabaje, si lo necesita al padre de familia. Desde que se acabó la figura de aprendiz, mala cosa’.
Otros valores que piensa que se han ido perdiendo en el mundo del trabajo ‘antes la geste no te pedía que le aumentases el sueldo, te pedía que le aumentases de categoría. Recuerdo que en la época de los jabones, el maestro de hacer jabón era de Zaragoza y algo le ocurrió que tuvo que irse a Zaragoza. y el oficial primero que estaba con él, cuando este volvió al cabo de 25 días no pidió aumento de sueldo, pidió aumento de categoría y ¿sabe usted como lo pidió?… mire usted, se ha producido nunca menos de lo que se estaba produciendo, nunca menos… había una dignidad hasta para pedir ganar más‘ -subraya Juan Ramón-.
Expresa satisfacción cuando le preguntamos y nos dice que tiene a gente muy buena trabajando, ‘gente mejor que yo’ -asevera-. Algunos ‘dan la vida por ti, y yo la doy por ellos‘ -remarca-. Son los casos, por ejemplo -hay más- de Manolo Lara y Andrés Álvarez. De este ultimo dice ‘fíjate que clase de vendedor es que cuando las carreteras no eran las de ahora estaba vendiendo en Cádiz por la mañana, a mediodía estaba en Extremadura y por la tarde me llama desde Vigo, ¡desde Vigo¡, que estaba terminando un trato. A ese hombre nunca le faltará nada mientras yo tenga algo y creo que a mi tampoco mientras esté el. Ese, y Manolo Lara, y el hijo seguro‘.
Al primer territorio exterior en el que Guillén empezó a exportar fue El Ifni, a El Aaiún. Al que más le hizo ilusión llegar fue, posiblemente, Australia, y Norteamérica. El mapa mundi que tiene en la sala donde guarda muestras de cinco años atrás -con cada uno de los pedidos enviados a tantos lugares del globo- está repleto de alfileres con cabezal redondo de distintos colores que señalan tantos puntos como uno no puede imaginar. Nos fijamos en las zonas más extremas y nos llamó la atención por ejemplo una situada en las remotas islas de la Polinesia.
Parece como si Juan Ramón Guillén tuviese en sus genes testigos de aquellos colonizadores españoles de los remotos tiempos del imperio, donde el concepto Plus Ultra era una sorprendente muestra de arrojo y valentía. Llegar a algunos países ha sido más fácil por similitudes culturales, pero el trabajo realizado para difundir la bondad de nuestros aceites ha terminado teniendo acogida en todos los territorios del mundo. En sus viajes de trabajo Juan Ramón ha llegado a infinidad de países. Solo le faltan por conocer algunos del centro de África y Albania.
Según nos cuenta, los japoneses produjeron un video en el que dicen que el hombre no fallece por viejo, sino porque se oxida. En el video hacen referencia a hábitos antioxidantes y aparece el aceite ‘La Española’. En el video ponen un ejemplo con una barra de hierro. Esta con el paso del tiempo se oxida y la capa de óxido va avanzando hasta hacer que la barra pueda durar unos cincuenta años. ‘Pues bien -nos dice-, si a la barra de hierro se le da regularmente aceite en vez de durar cincuenta años dura quinientos‘.
El empresario sevillano quizá sea el más galardonado de la historia de nuestra comunidad. Infinidad de medallas y reconocimientos entre los que destacan la medalla de Andalucía, la de Sevilla y la del Mérito en el Trabajo. Entre tantos diplomas y distinciones, nacionales e internacionales, se intercalan numerosas fotografías con personajes relevantes en la historia de nuestro país y mundial. Cerca de la oficina de Exportación vimos dos valiosos cuadros que llegaron a él de forma singular. Son los retratos, a cuerpo entero, de los reyes Juan Carlos I y Sofía, aquellos que se hicieron para presidir el pabellón español en la Expo de Sevilla.
Y Juan Ramón Guillén nos cuenta que no los compró en sentido estricto, sino que le costaron un coche. La anécdota parte del encargo que le hizo el comisario Olivencia al pintor Juan Valdés. Las obras, de magnífica factura y con referencias sevillanas, se terminaron y tuvieron el uso pretendido. Cuando finalizó la Expo y el pintor pretendió cobrarlas le dijeron los responsables entonces de la muestra -ya no estaba Olivencia- que si existía algún documento que acreditase el encargo. Como, aunque era obvia la transacción, no lo había, el pintor se quedó trastocado con el asunto y en cierta ocasión se lo comentó a Guillén, a quién le dijo que no había fijado un precio elevado y que con el importe del cobro lo único que pretendía era comprarse un coche nuevo. Del dicho al hecho, Juan Ramón le dio su coche y se quedó con los cuadros.
Juan Ramón Guillén es un apasionado de la historia. La del aceite y la de España en general. La fundación que preside -y que lleva su nombre- tiene la sede en un edificio histórico, la Hacienda Guzmán, a través del cual trata de difundir los valores y la importancia de la cultura antigua y presente del aceite español. Impresionados por el perfil de este ilustre sevillano, finalizamos la entrevista pensando que sin duda, gustándole la historia, y partiendo del pequeño enclave de La Roda de Andalucía, donde nació, ha dedicado toda su vida sin pretenderlo precisamente a hacer historia, de Sevilla, de Andalucía, de España, y del Mundo.
1 comentario en «Juan Ramón Guillén, ‘La Española’ en cualquier lugar del mundo y el trabajo, la constancia y la honradez»
Como puedo hacer para conseguir un número que me pueda comunicar con el sr Juan Ramón Guillen. Mi nombre es Luis Nogues y le escribo desde Asuncion-Paraguay