Fermín Cabanillas. Millones de células que se usan para la investigación de enfermedades raras en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla han tenido que ser congeladas para trabajar con ellas más adelante, una vez que se han aplicado servicios mínimos en su laboratorio por la crisis del coronavirus.
El doctor en Biotecnología de la universidad sevillana, Juan Miguel Suárez, ha explicado que ha habido que tomar esta decisión debido a la reducción del trabajo en el laboratorio, ya que, normalmente, hay diez personas por turno, e inicialmente se redujo a dos, “pero cuando ya se confirmó el confinamiento nos aconsejaron ir lo menos posible”.
Por ello, “aunque lo ideal con las células es mantenerlas vivas para realizar con ellas los experimentos, hemos tomado la decisión de congelarlas”, con el problema, ha explicado, que “por explicarlo de una forma sencilla, una vez que las células se vuelven a descongelar para trabajar con ellas, hay que esperar unas tres semanas a que se ‘despierten’ completamente para volver a trabajar con ellas”.
Lo que se ha hecho en concreto es congelarlas a 80 grados bajo cero. Se cuenta con la previsión de tenerlas en congeladores que, a su vez, serían alimentados por generadores en caso de cortes de la corriente eléctrica. Además, la universidad dispone de tanques de nitrógeno líquido que son revisados semanalmente para comprobar su estado.
Juan Miguel Suárez ha explicado que su laboratorio de la Pablo de Olavide cuenta con unas 40 líneas celulares. Han tenido que ser congeladas, a la espera de que, una vez que todo vuelva a la normalidad, se pueda trabajar de nuevo con ellas en investigaciones de enfermedades raras, Entre ellas están las derivadas de los trastornos mitoncondriales, una de las líneas en las que esta universidad andaluza es referente mundial.
Solo el doctor Suárez maneja a unas 15 líneas celulares. La decisión ha habido que tomarla solo días después de que se firmase un convenio entre la Universidad Pablo de Olavide y la Asociación de Enfermos de Patología Mitocondrial (AEPMI), que permitirá que el centro sevillano desarrolle una investigación pionera a nivel mundial en este tipo de dolencias, aplicando datos personalizados a cada enfermo, a pesar de tratarse de las denominadas “enfermedades raras”.
Se trata de una de las líneas de investigación llevadas a cabo por el equipo del profesor José Antonio Sánchez Alcázar. Es un referente internacional en la búsqueda de terapias frente a enfermedades raras, y ayudará al desarrollo de las investigaciones enmarcadas en el proyecto Mitocure, centrado en el estudio de las terapias personalizadas para enfermedades mitocondriales.
Estas dolencias abarcan un amplio espectro de trastornos musculares y neurodegenerativos, crónicos y progresivos. Son causadas por mutaciones en el ADN nuclear (ADNn) o mitocondrial (mtDNA). La mayoría no tienen tratamiento eficaz.
El equipo del doctor Sánchez Alcázar propone una visión más ambiciosa y adaptada al nuevo concepto de medicina personalizada. Con el proyecto Mitocure, este equipo científico propone evaluar la efectividad terapéutica de los distintos tratamientos en los fibroblastos (células de la piel que reparan los tejidos y forman las cicatrices tras las heridas) derivados de los pacientes mitocondriales y en células neuronales generadas por reprogramación directa. Es medicina personalizada, todo un avance.
Ahora, habrá que esperar que pase esta crisis para seguir con una investigación. La universidad sevillana es todo un referente a nivel mundial, y se espera que siga así.