Fermín Cabanillas. La llegada de los primeros ejemplares de flamencos al embalse de la mina de Cobre las Cruces, en Gerena (Sevilla) anuncia de forma oficiosa la llegada del otoño, en un entorno que forma parte de la labor natural que realiza la compañía minera en la zona donde trabaja.
Según ha informado la mina en sus redes sociales oficiales, el embalse ha recibido ya a sus primeros flamencos de este año, y algunos “traen de sus viajes por Europa unas curiosas anillas identificativas en las patas, que nuestro equipo de Medio Ambiente está analizando para descubrir su origen”.
La llegada de estas aves provoca imágenes llamativas, como la que vivieron este fin de semana algunos vecinos de la localidad, ya que uno de los pollos de flamenco accedió a sus calles y se movió por varias de ellas hasta que se orientó de nuevo para volver al embalse.
La zona a la que llegan en su peregrinaje desde distintos lugares de Europa forma parte del trabajo que realiza la mina para preservar el medio natural y proteger la biodiversidad, “una responsabilidad que se sitúa en el centro del compromiso que asume Cobre Las Cruces con su entorno”.
Dentro del propio complejo minero y en sus alrededores habitan especies de importancia ecológica, social y cultural, en algunos casos inscritas en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas.
El entorno de la mina es zona de uso tradicional agrícola de secano, área de especial importancia para el desarrollo y crecimiento de las poblaciones de aves esteparias, como la avutarda y el sisón común, entre otras, que también forma parte del paisaje natural en los alrededores de la mina.
La creciente población humana en el área, el cambio de usos del suelo (intensificación de cultivos, eliminación de cultivos cerealistas, cambios en las prácticas agrícola, etc.) suponen un riesgo al eliminar o alterar los hábitats naturales de estas especies. Por ello, Las Cruces desarrolla planes de conservación para contribuir a preservar la flora y fauna del entorno.
Estos planes incorporan la aplicación de medidas preventivas para eliminar o mitigar los factores desfavorables que afectan a estas especies. De esta forma, se realiza un control y seguimiento de la fauna autóctona, en la que destaca el galápago leproso, que habita en los arroyos Garnacha y Molinos, y aves como la avutarda o el cernícalo primilla.
Además, trabaja con un programa de medidas compensatorias que incluye la realización de acciones agroambientales siguiendo un protocolo de manejo y gestión de los cultivos de acuerdo con las necesidades biológicas y de hábitat de estas aves, con una ocupación de 360 hectáreas, contribuyendo de esta forma a la preservación de la avifauna.