Redacción. El avance de las investigaciones científicas en el sitio de los Dólmenes de Antequera aporta resultados clave para entender la génesis de la monumentalidad en dicho entorno, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2016. Un nuevo estudio, publicado en la revista Journal of Archaeological Science Reports da a conocer reveladoras evidencias en forma de 34 nuevas dataciones radiocarbónicas y datos arqueoambientales (polen y material carbonizado) que, combinados, muestran el gradual desarrollo de la ocupación humana en la vega de Antequera durante el IV milenio ANE.
Estos hallazgos son el resultado de un estudio coordinado desde la Universidad de Sevilla en el que también han colaborado especialistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad de Jaén, el Museo de Nerja y el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias. Los investigadores han documentado la ocupación de esta zona gracias a la identificación de varios importantes asentamientos habitados entre c. 3900 y 3000 ANE, el periodo en el que se gestó la gran monumentalidad megalítica de la región, incluyendo el gran dolmen de Menga.
Uno de estos asentamientos, Arroyo Saladillo, localizado a escasos seis kilómetros al oeste de Antequera, ha deparado evidencias de una intensa actividad desde el siglo 40 ANE. En concreto, se ha localizado una zanja que pudo formar un gran recinto, una estructura protomegalítica y una gran cantidad de hoyos, estructuras que en todos los casos han deparado una abundante cantidad de material cultural.
Muestran que varios siglos más tarde se ocupó otro asentamiento
La estructura protomegalítica, una tumba de inhumación individual en hoyo cubierta con un túmulo de grandes piedras, es especialmente importante, pues anticipa en varios siglos el espectacular desarrollo que el megalitismo tendría en la región más adelante. A la luz de los nuevos datos publicados, esta construcción resulta ser, de hecho, una de las tumbas megalíticas más antiguas de Iberia.
Los modelos cronométricos realizados muestran que varios siglos más tarde se ocupó otro asentamiento, Huerta del Ciprés. Por sus características y localización, apenas a 800 metros del emplazamiento de los dólmenes de Menga y Viera, podría haber sido un campamento temporal utilizado por los propios constructores de los megalitos.
En conjunto, el estudio revela la importante implantación demográfica que conoció la vega de Antequera en el cuarto milenio ANE y el fuerte impacto medioambiental que la misma causó, en parte sin duda como resultado de la construcción de los grandes monumentos.