Europa Press. La emblemática Torre del Oro, uno de los monumentos más famosos de Sevilla y protegida como bien de interés cultural (BIC), cumple este año su octavo centenario desde la conclusión de sus obras de construcción como baluarte de la antigua medina almohade.
Esta torre, de planta dodecagonal y casi 37 metros de altura, se construyó entre 1220 y febrero de 1221 por orden del gobernador almohade Abù-I-Ulà a orillas del Guadalquivir para rematar la coracha o tramo de muralla que, durante el periodo almohade, conectaba el antiguo recinto fortificado del que nace el actual conjunto palaciego de los Reales Alcázares, declarado Patrimonio Mundial, con el propio río.
Dicho tramo de muralla contaba con varias torres, cuyo número de lados aumentaba en progresión aritmética con relación a su proximidad al río, contando la Torre del Oro con 12 lados como fortificación más cercana al Guadalquivir.
Borg al-Dsayeb
Su nombre en árabe, Borg al-Dsayeb, alude al brillo dorado del reflejo de la construcción sobre la lámina de agua del río. Aunque tradicionalmente dicho brillo se atribuía a un supuestamente desaparecido revestimiento de azulejos, el proyecto de restauración acometido en 2005 en la torre puso de relieve que dicho fenómeno se habría ocasionado por un revestimiento con mezclas de mortero, cal y paja prensada.
La torre, de fábrica almohade, constaba en principio de dos cuerpos a los que se añadió en 1760 un tercer cuerpo, una linterna cilíndrica, en el marco de la restauración acometida entonces en el monumento tras los estragos del terremoto de Lisboa de 1755. Así, la torre alcanza una altura total de casi 37 metros desde la rasante de su base en el paseo Alcalde Marqués del Contadero.
Se declaró monumento histórico-artístico en 1931 y en la era moderna se ha restaurado en 1900, entre 1991 y 1992, en 1995 y en 2005, acogiendo desde 1944 un museo marítimo tras usarse como capilla, prisión de nobles, almacén de pólvora, oficinas de la Capitanía del Puerto y Comandancia Naval.