20 noviembre 2024
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Arte en forma de tatuaje

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Carmen González. Gabriel Sobrino Pedregal tiene 27 años y lleva seis realizando todo tipo de tatuajes y eso que, asegura, “odiaba las agujas y la sangre, no sé cómo me dediqué a esto”. Tiene en la calle San Antonio de Arahal un estudio, Ajam Tatoo, en el que es temporada alta, con pocos huecos en su agenda. Él mismo lleva un tatuaje con motivos étnicos, ahora los más solicitados por la clientela.

¿Qué motiva a alguien a hacerse un tatuaje?

Hasta este local llegan vecinos y vecinas de toda la comarca, incluso ha tenido clientes de Gerona, Bélgica y Alemaniaque aprovechan las vacaciones para hacerse un tatuaje. También hay de todas las edades, aunque si es menor, deben llevar una autorización materna o paterna. No hace mucho, pidieron cita dos personas de 70 años que habían llegado hasta su negocio por medio del “boca a boca” para tatuarse un delfín.

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¿Qué motiva a alguien a hacerse un tatuaje? A veces un dibujo que les recuerde el lugar donde se conocieron, como pasó con esta pareja que se vieron la primera vez en un acuario. Pero hay de todo y modas diferentes que van por épocas. “Los primeros tatuajes fueron de símbolos como el infinito, corazones, estrellas, letras chinas, dibujos tribales, ahora piden animales salvajes con el máximo de realismo”, explica Gabriel.

También hay quienes se graban el nombre y fecha de nacimiento de sus hijos que son para siempre. O el nombre de la pareja, esto supone el principal motivo de arrepentimiento. Cuando esto ocurre, optan por quitarse el tatuaje o retatuarse, es decir, hacerse un nuevo dibujo encima del anterior.

Los brazos, el lugar más elegido para tatuarse

Gabriel Sobrino ha visto casi todo en su estudio. De los tatuajes más raros que ha realizado ha sido el dibujo de Pinocho en la entrepierna de un joven, “la nariz podéis imaginar qué era”, dice sonriendo. Las zonas íntimas están presente a la hora de tatuarse pero son más habituales los brazos, lugares donde se puede lucir el dibujo elegido.

Los clientes llegan con la idea y Gabriel imprime el dibujo de internet, aunque en los detalles está su experiencia. Tiene claro que no hace sesiones de más de cuatro horas, si requiere el tatuaje más tiempo, lo distribuye en varios días. Y es muy importante seguir sus recomendaciones como lavarse la piel con agua y jabón neutro, ponerse una pomada que lleva antibiótico para regenerar la piel y no exponerse al sol. Si no sigues estas recomendaciones, “el resultado no será el esperado, si no pones crema, los pigmentos de la tinta se abren, se resquebrajan y si te expones al sol, mudarás la piel y, por tanto, pierde color”, explica. Y no puedes tener alergia al mercurio, porque es uno de las materias primas de la tinta, ni al acero quirúrgico.

“En la actualidad, los dibujos elegidos por los clientes no tienen tanto que ver con las relaciones personales, se lo hacen más que todo por estética, antes buscaban más que el diseño tuviera un significado”, cuenta el tatuador. Los tatuajes gustan tanto que la mayoría “repite”. Y si se arrepiente se podrá quitar pero no siempre. Depende del tipo de tatuaje y de los pigmentos utilizados.

Uno de los tatuajes eliminado en la Clínica Rologa Medicina Estética

Quitarse el tatuaje ¿es posible?

La doctora especialista en Estética, Raquel López, tiene una clínica en Arahal donde eliminar tatuajes y dice que “no siempre se puede, depende de los pigmentos usados, los colores oscuros se eliminan mejor con el láser, los claros, incluyendo el rojo, son más complicados, si vemos que no es viable, no lo hacemos”, apunta aclarando que los meses de verano paran porque el sol es peligroso para la piel después de quitar un tatuaje.

Raquel López lleva más de cinco años utilizando el láser Nd-yag, se trata de un tratamiento nuevo que hace tres décadas no existía. El láser fragmenta el pigmento para que los macrófagos (glóbulos blancos que se encuentran en la sangre) acaben regenerando la piel.

Después de trabajar en varios hospitales, Raquel cuenta que, a día de hoy, se ha eliminado la estigmatización que hace años suponía llevar un tatuaje. “Antes se relacionaban siempre con adiciones, con hábitos tóxicos. La mayoría de las personas que tratábamos en los centros sanitarios con algún tatuaje padecía enfermedades como tuberculosis, hepatitis, VIH. Los tatuajes eran más caseros”.

El cuerpo, museo de los tatuajes

A partir de la década de los 90, el tatuador se profesionalizó y hoy en día los tatuajes forman parte de la estética, como por ejemplo, los piercings. Y se tatúan personas de todas las edades, por lo que ha desaparecido ese estigma que suponía llevar uno.

La doctora arahalense explica que los motivos que esgrimen las personas que quieren quitarse un tatuaje son diversos, pero los más usuales están relacionados con el trabajo o las relaciones amorosas. “Muchos jóvenes se lo hacen y después se arrepiente porque si está en zona más visible, se cansa; otro en cambio se lo quitan por cuestiones laborales”.

Sea como sea, los tatuajes se convierten en una forma más de expresión y hay dibujos que se convierten en verdaderas obras de arte cuyo museo es el propio cuerpo.

Tatuajes, dibujos en la piel que se suman a las líneas de vida
Uno de los tatuajes realizado por Gabriel Sobrino en su estudio de Arahal

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