SBN. Tras la Semana Santa, surge uno de los trabajos más importantes y laboriosos: la retirada de cera en calzadas y aceras. Las numerosas calles del centro y de los barrios por las que discurren las cofradías sevillanas quedan impregnadas de la cera que desprenden los cirios de sus nazarenos. La empresa municipal Lipasam es la encargada de devolverlas a su estado natural en cuanto pasan las últimas cofradías.
El tratamiento para la eliminación de la cera consiste en la aplicación de agua fría a muy alta presión, superior a los 300 kg/cm2. Para ellos se usan equipos compuestos por un camión impulsor con bomba y depósito incorporado, que va conectado a un carro con toberas giratorias que proyecta el agua a presión sobre el pavimento, logrando el desincrustado de la cera. A esto se suma el trabajo manual de los operarios.
El trabajo de limpieza comienza durante la Semana Santa, cuando tres equipos en turno de noche retiran la cera de las zonas con mayor riesgo de accidentes: puentes, cruces de grandes avenidas, calles con paso de vehículos con adoquines o curvas cerradas.
Cuando finalizan las fiestas, los operarios comienzan a trabajar en tres turnos, compuestos por tres equipos de quitaceras, vehículos de limpieza y 19 trabajadores diarios, para limpiar todas las zonas con acumulación de cera.
El año pasado se retiró la cera de 38.000 metros lineales, lo equivalente a la distancia entre Sevilla y Carmona; y cerca de 85.000 metros cuadrados, lo equivalente a 13 campos de fútbol.