Carmen González. La Escuela de Saetas de la Hermandad Nuestro Padre Jesús Nazareno de Arahal abría este lunes sus puertas. Titubeante entraban los participantes, uno a uno, en la Casa Hermandad. La mayoría ya se han estado en anteriores ediciones y saben que, antes de la celebración de Semana Santa, estarán preparados para cantarle a su Virgen o su Cristo, con nuevas saetas aprendidas, pero, sobre todo, con la posibilidad renovada de disfrutar de este cante.
A esta Escuela de Saetas van aficionados de todas las edades y de distintos puntos de la comarca. El más mayor esFrancisco Ramos, 83 años y las más jóvenes, al menos el año pasado, dos hermanas mellizas, Inés y Ángela, que llegan de la mano de su madre, también aficionada.
Empiezan a cantar y templar la voz con seguirillas y carceleras, para ir avanzando en complicación porque aquí se viene a aprender y ayudarse unos a otros. A partir de entonces, a última hora de la noche, y durante todo el mes de febrero, en la calle Duque de Arahal se dan los primeros pasos de la Cuaresma y el anuncio de la Semana Santa.
Este año quieren profundizar en la saeta de Arahal, un cante en verso que suena a plegaria. «Nadie sabe el origenporque Francisco es el más mayor y lleva viniendo desde hace años a la Escuela. Él cuenta que los más mayores entonces ya la cantaban y no sabía el origen», cuenta Soraya Vera, directora de la Escuela.
La Escuela de Saetas funciona dos días en semana, lunes y miércoles, y el primer día vienen menos aficionados. Es enero y todavía un poco pronto para pensar en Semana Santa, por lo que algunos de los incondicionales tardan unos días en animarse. Pero conforme se acerca la Cuaresma, y la Casa Hermandad cobra vida, las saetas empiezan a escucharse al fondo, con las voces de estos aficionados ya templadas y entrenadas.
La primera actividad en la que participarán es el concierto programado para el 9 de febrero en la Caseta Municipal. En el mismo tocarán la Banda de Cornetas y Tambores Nazareno Arahal y la Banda Municipal de Música. Se preparan por el puro placer de cantar. En la Semana de Pasión paran los pasos a sus pies para que sus cantes llenen las noches cofrades.