F. Cabanillas. Para empezar, la definición: una alacena es el hueco hecho en el muro que, disponiendo de puertas y anaqueles, sirve para guardar objetos del ajuar doméstico. También se llama así al mueble destinado para guardar la vajilla, cubertería, mantelería, etc., que forma conjunto con el mueble aparador. Suele ubicarse en la cocina, la despensa o el comedor.
Alacena es palabra de origen árabe (del árabe hispano «al-azána», y este a su vez del árabe clásico «iznah»), originalmente “hazena o hazana”, que añadido el artículo «al» resultó “alhacena”, perdiendo con el uso la «h» inicial muda.
Ahora, el porqué. «Alacena a granel con productos naturales, orgánicos y ecológicos». Parece mentira, porque estamos en pleno siglo XXI, pero en la localidad sevillana de Pedrera ha abierto sus puertas una tienda que, nada más pisarla, se tiene la sensación de estar en esas tiendas de toda la vida donde comprar era una mezcla de sensaciones, más que una transacción comercial.
El sueño de Luna. Se llama ‘El cuartito de luna’, y su alma mater e ideóloga, Luna Jiménez, tiene claro su objetivo: «Creemos en la alimentación sostenible, la producción responsable y la nutrición y alimentación conscientes. Una vuelta a la tierra y a los sabores de siempre».
Con ese espíritu, el número 47 de la calle Sevilla de Pedrera tiene un sabor distinto, porque «vuelve como la alacena de siempre, un nuevo concepto de tienda de alimentación». Nació del sueño de Luna Jiménez, que se empeñó en que es posible «una venta a granel de productos ecológicos, orgánicos, especias, té, hierbas, gomitas tradicionales, productos sin gluten, harinas, semillas, frutos secos, café, legumbres, cereales, aceite, vino, mermeladas, jabones o cacao».
Su responsable enfatiza que «fomentamos la alimentación consciente y la producción de alimentos responsable, el consumo responsable», pero sin olvidar que el nuevo siglo pide nuevos servicios, por lo que no desdeña realizar entregas a domicilio y envíos online. El aceite ecológico de Segura y Mancha completa la oferta.
En casa de Luna huele a las tiendas de toda la vida, se trabaja como toda la vida, se vive como toda la vida.