Redacción. La Unidad de Salud Mental Infantil del Hospital Universitario Virgen Macarena trata de media más de 400 niños al año afectados por algún trastorno incluido en el espectro autista. Dentro de estas patologías, que se caracterizan por ejercer patrones repetitivos de comportamientos y por dificultades de comunicación e interacción social, se encuentra el Síndrome de Ásperger.
Asociar el Síndrome de Ásperger, del que hoy es su día internacional, con un nivel intelectual elevado es una mitificación apoyada en las series televisivas. De hecho uno de los elementos que determinan el desarrollo personal del trastorno es la gravedad del mismo, y por tanto el nivel cognitivo del menor.
“Esta gravedad se mide en función del nivel de apoyo escolar, social o sanitario que necesita el paciente pediátrico, que puede ser poco, moderado o alto. No obstante, sí es cierto, que chicos afectados por este trastorno pueden tener un talento especial para un determinado ámbito”, expone María José Blanco-Morales facultativa responsable de la Unidad de Salud Mental Infantil del Área Sanitaria Virgen Macarena.
Guía Práctica de la Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y para el Adolescente
Para identificar características individuales, la Guía Práctica de la Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y para el Adolescente recomienda que se utilicen una serie de especificadores para verificar síntomas de los trastornos del espectro autista. Algunas de ellas consisten en evaluar la existencia de discapacidad intelectual, problemas de lenguaje, si está asociado a una condición médico-genética, con un factor ambiental y/o con otro trastorno del desarrollo neurológico, mental o del comportamiento.
Es por ello que a estos menores se les realiza una serie de pruebas que requieren una intervención multidisciplinar de profesionales del centro sanitario. A través de ellas, se mide el nivel del desarrollo de sus habilidades físicas, lingüísticas y sensoriales, se explora el funcionamiento de los distintos sentidos, se evalúa las dificultades emocionales y de comportamiento. También se recaba información de los factores socioambientales, se revisan los antecedentes familiares y se les formula diferentes test psicodiagnósticos.
Desde la sanidad pública andaluza cada vez se detecta este tipo de patologías de forma más precoz. La precocidad en su abordaje determina un mejor pronóstico, de ahí que éstos niños comiencen también sus terapias a una edad cada vez muy temprana.