El milagro del jovencísimo alcalde de la localidad sevillana de Los Molares

Fermín Cabanillas. Primero, un poco de geografía: Los Molares es un municipio de la provincia de Sevilla, situado en la comarca de La Campiña. En el año 2016 contaba con 3.470 habitantes​. Su extensión superficial es de 42,8 km² y tiene una densidad de 71,17 habitantes por kilómetro cuadrado,

Y ahora, la historia actual. Su alcalde tiene sólo 26 años, y en febrero pasado ni se imaginaba que terminaría viviendo en este pueblo.

Este sábado recogía su vara de mando, y ya ocupa oficialmente su despacho, y eso que José Veira, no sabía que se presentaría a la alcaldía de la localidad. Ganar era una utopía, y hacerlo por mayoría absoluta algo imposible. Pero lo imposible, se hizo posible.

Afirma que un trabajo a pie de calle ha sido la base para que casi el 75 % de los vecinos le hayan votado. Más de 1.700 votaron en el pueblo, y de ellos 1.275 depositaron papeletas con su nombre, dando al PP no sólo el primer sillón de gobierno en ese ayuntamiento, sino la mayoría absoluta más holgada de toda la provincia para este partido.

Gobernaba el PSOE. El PSOE venía de gobernar el pueblo con diez de sus once concejales, y ahora el PP tiene siete y ha dejado a los socialistas con cuatro, un «milagro» de la política que Veira asegura que fue «mucho trabajo, mucho hablar con la gente, mucho escuchar lo que necesitan, y jamás prometerle nada que no se fuese a cumplir».

En marzo recibió el encargo de presentarse encabezando una lista con mucha gente que no era del pueblo, como él mismo, y con la idea inicial, obviamente, de no ganar ni mucho menos, sino de intentar, al menos, mantener el concejal.

El joven alcalde de Los Molares es graduado en Derecho y Ciencias Políticas, y se lo tomó muy en serio, y lo primero que hizo fue trasladarse al pueblo junto a algunos componentes de su lista, en una casa propiedad de otra compañera que convirtieron en cuartel general de la candidatura.

Cada mañana salían a la calle «a llamar a las puertas de la gente, a preguntarle qué querían en el pueblo, qué necesitaban, y sin mentirle, porque si alguien decía que necesitaba un médico más el centro de salud, le decía claramente que eso no lo puede conseguir el alcalde, pero puede pedirlo a la Junta».

Se mudó al pueblo, a la casa de Encarnación Jiménez, la número 8 de la lista, y su equipo fue haciendo números, previsiones, y cuando el domingo poco antes de las diez de la noche salieron los gráficos con el resultado de las elecciones, no se lo podían creer.

Ahora, ya vive en el pueblo, ya tiene su vara de mando, y por encima de las siglas políticas le quedan cuatro años ilusionantes a este joven, que nunca imaginó que llegaría a ser alcalde un pueblo que lo ha acogido como a un vecino más.