Rosa Brito. El sevillano Alberto Tejera, estudiante de Finanzas y Contabilidad, llegó a Praga el pasado septiembre con el programa Erasmus. «Es una universidad muy prestigiosa. Además de una ciudad preciosa y llena de cultura», describe.
Praga es la capital de la República Checa, situada en el centro de Europa. Una de las cualidades de esta ciudad es la conexión directa con diferentes países, punto positivo como destino Erasmus. Enamora por sus castillos, sus edificios antiguos y sus calles llenas de vida. «Tiene un transporte público muy bueno en el que te puedes mover rápido por toda la ciudad desde casi cualquier punto», destaca Alberto.
Es bastante diferente a España, «aquí anochece muy temprano y a las seis de la tarde empiezan a cenar. Los checos suelen ser más tímidos, fríos y callados que los españoles. Sin embargo, en Praga hay mucha diversidad cultural. Por no hablar de la gran cantidad de españoles que bien están de paso o viven en Praga. No exagero si digo que si vas al centro escuchas a más gente hablando español que checo –también porque los españoles hablamos muy alto–».
Lugar favorito. «Si tuviera que elegir uno sería El Puente de Carlos, cualquiera que visite Praga no puede irse sin verlo. También hay que destacar la cantidad de bares y pubs donde la cerveza es la protagonista, no solo por su buen sabor y gran tamaño, sino por lo barato que te cuesta», apunta.
Una cosa en la que han coincidido Alberto y varios de sus compañeros del Erasmus es que «cuando vas por la calle y no sabes ir a un sitio, si preguntes a un checo lo más seguro es que se niegue a contestarte en inglés y te hable en checo. Y si descubre que eres español, ni te contesta».
El principal obstáculo al que ha tenido que enfrentarse Alberto ha sido pasar de vivir con sus padres a vivir solo en una residencia y adaptarse a un país totalmente diferente. «Aun así esto te hace madurar y ser más independiente. Yo cuando llegué tenía un C1 de inglés por lo que el idioma no ha sido un problema. Es más, he mejorado en la pronunciación. El checo ni lo he intentado porque es poco útil en el entorno en el que me muevo».
Alberto hace un balance muy positivo a pesar de los contratiempos que «estamos teniendo con el coronavirus». Ha aprendido, ha hecho muchos amigos de todos los lugares y todas las culturas, y ha viajado a diferentes ciudades como Múnich, Berlín, Viena, Cracovia, Bratislava o Budapest, entre otros. Además, se siente mucho más responsable e independiente. Se puede decir que en este Erasmus le ha ayudado a crecer como persona.
No tiene pensado volver pronto pues la situación con el coronavirus en Praga está más controlada y les dejan salir al parque y a la naturaleza siempre que lleven mascarillas.
Echa de menos muchísimas cosas. Lo que más, su familia y amigos, y la comida de nuestra tierra, «aquí la comida no sabe a nada». Sin olvidarnos del clima mediterráneo «que es un paraíso comparado con el infierno invernal de Praga». A pesar de todo, Alberto les diría a todos los sevillanos que estén planteándose el Erasmus «que ni se lo piensen y aprovechen la oportunidad de vivir una experiencia única que no olvidarán y que les enriquecerá tanto en lo académico como en lo personal».