Victoria G. Mora. «Consideré que sería muy perezoso si desperdiciaba la oportunidad de irme a Praga por el hecho de quedarme en mi zona de confort, por lo que hice las maletas». Así tomó Guillermo Iwasaki la decisión de mudarse desde Polonia -donde residía anteriormente- hasta la capital checa. El aliciente: una excitante oferta laboral. Ahora trabaja en la empresa Deutsche Börse AG, donde dirige a un equipo de nueve personas en el cálculo de índices bursátiles para la bolsa de Frankfurt.
El sevillano estudió Económicas en la Universidad de Sevilla, aunque cursó el último año (2013/2014) en la Universidad de Jaguelónica, en Cracovia. Ya allí descubrió lo apasionante de vivir en otros países. «Todos tenemos mucho más en común de lo que pensamos», asegura Guillermo.
Durante su estancia en Praga ha formado una familia, aunque no dudó en bajar a casarse en Sevilla. También allí nació hace cinco meses su hija Carmen. «Praga es una ciudad que me está acompañando en las etapas más intensas de mi vida», cuenta el sevillano.
-¿Cómo surge la oportunidad de mudarte a Praga? ¿Fue difícil tomar la decisión?
-Me mudé a Praga para aprovechar una oportunidad laboral. El año 2016 me sirvió para comenzar a coger experiencia laboral en el ámbito de las finanzas, en Polonia. Gracias a las redes sociales, a finales de año me salió una oferta de trabajo que me permitiría entrar en el mundo de los índices bursátiles y de la inversión pasiva, con muy buena perspectiva de carrera, pero que implicaba el mudarme a Praga. Inicialmente lo dudé, ya que había estado dando clases de polaco, y no me gustaba la idea de tener que empezar de cero si quería adaptarme al idioma local de República Checa. La decisión fue difícil, pero la oportunidad laboral era muy buena, y consideré que sería muy perezoso si la desperdiciase por el hecho de quedarme un mi zona de confort, con lo cual acabé haciendo las maletas.
-¿Habías vivido antes fuera de España?
-Anteriormente había vivido en Estados Unidos, cuando tenía 6 años, y fue algo que me dio una buena base con el inglés. Mi experiencia Erasmus en Cracovia, sin embargo, fue mucho más enriquecedora en todos los aspectos, ya que significaba vivir en un país en el que el idioma principal no es ni el español ni el inglés, y sin tener la cercanía de mis familiares y amigos. Inicialmente fue muy estresante, ya que tenía que utilizar el inglés, e incluso a veces algo básico de polaco, para hacer absolutamente todo: desde buscar piso o formalizar el acuerdo Erasmus, hasta el simple hecho de hacer la compra o tomar unas cervezas con los compañeros de la universidad. El estrés y la frustración inicial pronto se convirtieron en una sensación de libertad absoluta y de satisfacción por haber sido capaz de desenvolverme en esa situación. Tanto así, que en 2016, un año después de haber vuelto de la Erasmus, decidí hacer las maletas y volver a Cracovia, pero esta vez listo para empezar a trabajar.
-¿Cómo es un día tuyo en Praga?
-Suelo madrugar, y desde que dirijo a mi equipo, intento llegar antes de tiempo a la oficina para organizar el día y tratar de prevenir cualquier tipo de sorpresas que luego nos suponga hacer horas extra. Las 12.00 se ha convertido en mi hora de almorzar, lo cual aquí suele ser normal. Una vez que acabo en el trabajo, a eso de las 18.00 horas, voy a echarle una mano a mi mujer con nuestra hija, y si hace buen tiempo aprovechamos para dar un paseo por alguno de los parques de la ciudad y tomar algo. Por la noche suelo cocinar para el día siguiente.
-¿Cuáles son tus labores en Deutsche Börse AG?
-El grupo Deutsche Börse AG tiene muchos segmentos distintos, siendo uno de ellos el de la creación y mantenimiento de índices bursátiles, donde trabajo. Yo pertenezco al departamento de Operaciones, donde lidero al equipo de Acciones Corporativas, formado por 9 personas, que se encarga (en colaboración con otros equipos) de asegurar que los índices se calculen correctamente, en base a la normativa establecida. Es un trabajo bastante técnico, pero muy satisfactorio, ya que los índices bursátiles son ampliamente utilizados hoy en día por los mayores gestores de activos del mundo para construir sus carteras de valores, y también por los grandes economistas y financieros para seguir la situación económica de distintas regiones.
-¿Llegaste a Praga con alguna idea preconcebida de cómo sería vivir allí? ¿Se acercaba a la realidad?
-Antes de mudarme a Praga, hay quien me advirtió que no esperase el trato más cálido en restaurantes y tiendas, y que tuviera en cuenta que Praga no es una ciudad barata para el estándar de Europa Central y del Este. Para compensar eso, comencé a leer sobre la ciudad, y me di cuenta de su belleza y grandeza histórica: su impresionante Plaza Central es patrimonio de la Unesco; el Puente Carlos, de más de 500 metros y que une el Casco Antiguo con Malastrana, se construyó en el S. XV; y el Castillo de Praga y el de Vysehrad no tienen desperdicio. Además, hay muchos bares y discotecas, y los conciertos son constantes. La realidad no fue muy distinta, no hay forma de aburrirse en Praga, ya que además de todo lo anterior, cuando puedo, me escapo a hacer snowboard a dos horas de Praga o visito algunas de los países vecinos (Viena, Dresden, Breslavia o Bratislava están a un tiro de piedra). Los precios son algo más altos de los que tenía en Cracovia, pero sí más bajos que los que he visto en ciudades como Madrid o Barcelona. Y por suerte, si bien es cierto que no esperaba en Praga la misma cercanía o calidez de los españoles o de los polacos (noté un gran parecido en este aspecto), los checos tienen un carácter muy auténtico y son bastante acogedores, lo cual hace que mi estancia aquí sea cómoda.
-¿Qué concepción tienen allí de los españoles?
-España aquí suena a playa, paella y vacaciones. Aunque cada vez hay más españoles en Praga, no es la nacionalidad que más destaca, ya que aquí vive mucha gente de Asia y de otras zonas de Europa del Este, como Ucrania o Rusia. Por ello, creo que no hay un estándar preconcebido, aunque sí he escuchado alguna vez eso de «España: cerveza, siesta…». En mi opinión, la concepción la ponemos nosotros mismos, aquello que remarcamos y destacamos sobre nosotros mismos es lo que finalmente recuerda quien nos visita.
-Vives en una ciudad muy turística, ¿se nota en el día a día?
-Totalmente, si voy a trabajar en metro siempre va abarrotado de turistas. El Puente Carlos, la Plaza Central, Wenceslao y Malastrana están siempre a rebosar de gente, tanto en verano, por el buen tiempo, como en invierno, por lo atractivo de los mercados navideños. Es algo a lo que uno se acostumbra, en realidad da gusto vivir en una ciudad llena de vida.
-¿Qué te está aportando profesionalmente la experiencia de vivir en Praga? ¿Y personalmente?
-Trabajo con cerca de 37 nacionalidades distintas, lo único que tenemos en común los compañeros de trabajo es: el uso del inglés y la pasión por las finanzas. Es muy enriquecedor el empaparse de los puntos de vista y de la cultura de tantísimas nacionalidades. Personalmente es difícil de describir, me casé durante mi estancia en Praga (aunque fue en Sevilla, eso sí) y en Praga nació mi hija, Carmen. Es una ciudad que me está acompañando en las etapas más intensas de mi vida, por lo que creo que, si me mudo en algún momento, Praga siempre tendrá un hueco en mi corazón.
-¿Qué te ofrece la ciudad que no podrías encontrar aquí?
–Flexibilidad y crecimiento laboral: es una ciudad con una tasa de desempleo de cerca del 2%, donde las empresas compiten entre sí para atraer y retener el talento. Además, me gusta la idea de vivir en mitad de Europa, todo queda más cerca.
-¿Recomendarías a los lectores probar a vivir fuera de su país natal?
-Totalmente. Creo que he aprendido que todos tenemos mucho más en común de lo que pensamos, el gusto por la buena comida, el miedo a lo desconocido y las ganas de vivir disfrutando es algo que vas a encontrar en cualquier país del mundo. Lo divertido es ver cómo cada uno define qué es una buena comida, qué desconoce, o cómo disfruta. Además, tenemos que darnos cuenta de que nuestro nivel de inglés es bastante mejor del que pensamos, incluso con nuestro particular acento. Debemos de perder el miedo a utilizarlo.
-¿Qué es lo que más extrañas de Sevilla?
-La Feria, Semana Santa, tapas y copas a pie del Guadalquivir, la playa a una hora… la lista continúa, pero sin duda lo que más echo de menos son mi familia y mis amigos. Estaba acostumbrado a estar rodeado constantemente de multitud de gente muy cercana, y eso ahora es más difícil.
-Si pudieras llevarte una sola cosa de Sevilla a Praga, ¿qué sería? Y al revés, ¿qué te traerías de allí para acá?
-Traerme una sola cosa de Sevilla sería demasiado triste, ya que significaría dejar el resto. A Sevilla me llevaría el aire fresco de Praga, el calor de Sevilla en verano es bastante duro.
-¿Dónde te ves viviendo en los próximos años?
-Es complicado de decir, dependerá de cómo vaya el desarrollo de mi carrera en Deutsche Börse AG. En mi situación actual, creciendo en la empresa y con una hija de cinco meses, creo que estaré en Praga por una temporada.
-Para acabar… ¿qué dirías a tu familia y amigos que te leen desde Sevilla?
-Mientras escribo esto, me estoy acordando de vosotros con una cerveza en la mano: ¡Salud! Y espero que votaseis ayer.