Victoria G. Mora.Pablo lleva seis años viviendo en China. El sevillano estudió Filología Hispánica en la capital hispalense, de la que salió joven en busca de nuevas oportunidades hasta llegar en 2013 al país asiático.
Primero estuvo en el sur de Francia, luego en Bristol, pasando por Lieja y más tarde por Londres. En todos estos lugares se dedicó a la enseñanza del español. Ahora, tras nueve años en la docencia, Pablo trabaja como profesor en la Universidad de Qingdao y en un máster de la Universidad Nebrija, al mismo que tiempo que termina su doctorado en lingüística aplicada.
«Me cuesta recordarme sin este país», asegura el sevillano, en el que ha creado una familia y donde ahora espera un hijo. El profesor confiesa que China no ha sido el lugar al que más le ha costado acostumbrarse, a pesar del que el primer día, cuando bajó del avión, las luces y el ruido «me recordaron a la Calle del Infierno de la feria», bromea.
Desde un principio, Pablo cuenta que decidió borrar los esquemas preconcebidos que tenía de su nuevo país, en su mayoría construidos por el ideario de las películas. Ahora disfruta de las oportunidades laborales y personales que este le ha brindado. El profesor asegura que los alumnos han sido su mejor lección.
-¿Por qué China? ¿En qué parte vives exactamente?
-Ahora me parece la decisión más lógica, pero China es pura casualidad, fruto de una huida hacia delante y una oportunidad laboral que quedaría muy bien en el currículum. Sin embargo, a las dos semanas ya veía claro que me iba a quedar más tiempo. Ahora vivo en Qingdao (en la costa este), pero es mi tercera residencia en esta tierra. Primero fue Harbin (al norteste) y después Nanchang (al sur del país).
-¿Era la primera vez que vivías fuera de España? ¿Te costó tomar la decisión de mudarte?
-No, de hecho en 2013 estuve a caballo entre Londres, Sevilla y Madrid, y el año anterior había estado en Lieja, y un poco más atrás en Bristol, a donde que había llegado desde el sur de Francia. Soy profesor de español, y hay muchas más oportunidades en el extranjero. Hay gente que coge esta profesión como coartada para viajar, en el gremio se hacen algunas bromas sobre ello. Pero no es mi caso, la gente no se lo cree cuando les digo que aborrezco viajar. Me aburre profundamente y en la mayoría de las veces, me parece un intento burdo de consumir lugares en tres días.
-¿Habías imaginado cómo sería vivir allí antes de llegar? Si es así, ¿estabas cerca de la realidad?
-Tenía en el imaginario la China de las películas, con un toque oriental reconstruido. Además, al principio vine a Harbin, que es una ciudad con mucho encanto, pero que no concordaba con esa falsa postal que yo había creado de las películas de Berolucci, Zhang Yimo o Mulan. Tenía una arquitectura cargada de reminiscencias rusas modernista. Ese fue el primer «zasca», desde allí intenté no encuadrar lo que veía en mi esquema y dejar a las cosas ser. Los alumnos han sido la mejor lección, pues me han permitido tener un diálogo con el país en mi lengua. En ese aspecto, el profesor de lenguas extranjeras tiene un acceso envidiable a la cultura del día a día.
-¿Llegaste sin saber chino?
-Sí. Este año es el que más me estoy atreviendo a hablar. Sigo intentándolo, voy a clase cada semana. El chino es un idioma que se aprende tras plena dedicación, lo que es muy difícil de compatibilizar con el ejercicio de la docencia. Lo chapurreo, me gusta mucho y quiero aprenderlo bien, no renuncio.
-¿Cómo es un un día tuyo allí?
-Normal: madrugar, trabajar, almorzar, trabajar y relajarse. Adelanta el reloj unas horas y es igual que en España.
-¿Dónde ejerces como profesor?
-Actualmente, soy profesor en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Qingdao y también trabajo en el Máster de Didáctica de español como lengua extranjera en la Universidad Nebrija, al mismo que tiempo que termino el doctorado en lingüística aplicada. Cuento con 9 años de experiencia de profesor, todas mi anteriores estancias estuvieron vinculadas con la enseñanza de español.
-¿Qué te está aportando la experiencia a nivel personal? ¿Y profesional?
-Llevo seis años aquí, no podría considerarlo como una estancia, es decir, China es ya parte de mi vida. Mi familia política es china, mi hijo va a ser chino. Me cuesta recordarme sin este país, y es evidente que me ha aportado mucho y estoy muy agradecido. Me ha dado la estabilidad laboral que necesitaba, mientras que en Europa competía por una beca precaria y, con suerte, aquí en China te llueven las oportunidades.
-¿Qué aspectos del día a día son a los que te ha costado más acostumbrarte?
-Cuando llegué, con las luces, los ruidos y el jetlag me daba la sensación de haberme mudado a la Calle del Infierno de la feria, pero se me pasó pronto. Aunque esto fue en una zona a las afueras de Harbin, donde estaba la universidad en la que trabajaba, para ser justos no es extensible a toda China. Lo cierto es que adaptarme ha sido algo muy gradual e indoloro, en otros lugares tengo que reconocer que me ha costado más.
-Si pudieras llevarte una sola cosa de Sevilla para allá, ¿qué sería? Y al revés, ¿qué te traerías de allí a tu ciudad natal?
-Es un topicazo, pero me traería a mi gente, es lo que más echo en falta, son lo único irreemplazable. Y llevaría a España las oportunidades laborales que hay aquí, porque es muy jodido que para buscarte la vida, tengas que dejar tu vida en suspenso. No lo digo por mí, aunque me gustaría que hubiese una Sevilla con más movimiento en el mercado laboral.
-¿Cuál es tu balance de la experiencia por ahora? ¿La recomendarías?
-Recomendar es peligroso, pensar que la gente va a experimentar lo mismo que yo me ha costado algún que otro disgusto. China es estupenda en muchas cosas y muy dura a la vez. Lo mismo me pasa con Sevilla cuando pienso en volver definitivamente.
-¿Dónde te ves en unos diez años?
-Donde esté la mejor opción laboral y personal, no me impongo límites geográficos.
-Para terminar, un mensaje a tu familia y amigos que te leen desde Sevilla…
-Pues, que existo, que me escriban un email a fuego lento, uno largo en el que me cuenten sus cosas más mundanas, que cuando los recibo me alegran el día. Que los echo de menos, que son mi ancla con Sevilla.
2 comentarios en «El sevillano Pablo Cordero, del barrio de El Porvenir a China para enseñar español»
Bonita entrevista..muy real..y muy emocionante…desearte lo mejor siempre…me encanta que tengamos los humsnos esa capacidad de adaptación..normal que recuerdes a los tuyos…no te conozco…pero recibe un abrazo desde Sevilla
Menudo flipao. Va de listo y es un paleto.