Virginia López. La localidad de Gerena, la vetusta Ierenna romana, situada apenas a treinta kilómetros de Sevilla, es la patria de Garci Fernández, conocido con el apelativo “de Gerena”, el poeta lírico más antiguo que se conoce de Andalucía, dentro de la Historia de la Literatura castellana.
Triunfó en la corte real y un desafortunado amor le apartó de la misma.
Debió nacer hacia el año 1340 y nada sabemos de su vida anterior a la corte. En el siglo XIV aún no existían los archivos parroquiales y precisamente el archivo de Gerena se quemó en la guerra civil. Sin duda debió tener una buena educación, seguramente en un monasterio próximo y todo apunta a San Isidoro del Campo, o quizá en Castilla si marchó pronto.
De hecho su biografía es proporcionada por el Cancionero de Baena y solo contados apuntes extraídos por los historiadores de las fuentes medievales, aportan alguna información adicional.
Nos hubiera gustado saber de sus orígenes familiares y sus peripecias para llegar a la corte del Rey Juan I de Castilla (1358-1390), segundo monarca Trastámara y bisabuelo de Isabel la Católica.
Triunfando como trovador y poeta aúlico, gozó de una privilegiada posición como los trovadores y juglares – Menéndez Pidal llama a Gerena indistintamente trovador y juglar dado que entonces existía la figura de trovador ajuglarado – acogidos por los monarcas, los cuales regalaban alimentos y paños y en ocasiones les dispensaban de una quitación o renta mensual. Hasta que se cruzó en su camino una juglaresa que auia sido mora como dicen las fuentes.
Garci Fernández no solo quedó prendado de la mujer, sino que, no sabemos si por añagazas u obnubilaciones, creyó que se casaba con una mujer rica pensando que ella avia mucho tesoro, así que no dudó en renunciar a su puesto en palacio. El rey no solo le concedió permiso para casarse sino que, arruinado como estaba tras la derrota de Aljubarrota (1385), accedió gustoso a anular su privanza.
Descubrió su mísera condición cuando ya era tarde y cuenta Baena que se refugió en una ermita próxima a Gerena. Pero nuestro protagonista aun siendo hombre de fe – allí escribe sus cantigas religiosas – no sirve para estar encerrado y no tiene otra ocurrencia que peregrinar a Jerusalén. No crean ustedes que se separa o repudia a su mujer, sino que ésta le acompaña.
En realidad su mujer no desaparece por ahora de la biografía de Garci Fernández, quien, según Juan Alfonso de Baena, desembarca en Málaga y se integra a vivir en el Reino de Granada con su muger vistosa, así la llama Baena, como un musulmán más, para enamorare después de su cuñada.
Transcurridos trece años, volverá a Castilla hacia el año 1401 para renegar del islamismo y abrazar de nuevo la fe cristiana. Pero ya no pudo triunfar en la corte y cuentan que acabó sus días cargado de deudas e hijos y despreciado por todos. Su muerte se sitúa poco antes de 1410.
No obstante el judeoconverso Baena, siempre fue enemigo del vate, por lo que habría que poner en interrogación la biografía que deja en su Cancionero.
Un apartado muy interesante es el referido a su apostasía. Se ha reflexionado sobre lo que le llevó a vivir voluntariamente en tierras mahometanas, habiendo tenido además una previa experiencia ermitaña. Los poetas coetáneos, sorprendidísimos sin duda, plantearon el tema en una serie de poemas que también recopila el Cancionero. Ferrán Manuel de Lando – sevillano pero nacido unos 35 o 45 años después de Gerena y también judeoconverso – le pregunta: “¿A qué fin fuiste a dejar la ley santa perfecta para vivir en tan vil secta trece años sin cambiar?”
Solo doce poemas conocemos de Garci Fernández de Gerena, incluidos en el Cancionero de Baena.
Pese a ser denostada la calidad de su lírica – tónica general de las obras de entonces donde solo sobresale el Arcipreste de Hita: por cierto, de demostrarse que era de Alcalá la Real (Jaén) se convertiría en el más antiguo y cuya famosa obra influyó sobremanera en Garci Fernández de Gerena quien optó por el loco amor y no por el buen amor – recibió elogios como los del Marqués de Santillana y posteriormente de Amador de los Ríos y Menéndez Pidal. Escribió en la lengua galaico portuguesa que era la usual para la época o con un castellano levemente agallegado o salpicado de galleguismos.
El desaparecido periodista gerenero Manuel Cadaval Gil escribió una biografía que pueden leer en la Biblioteca virtual Cervantes. Allí también pueden leer sus once cantigas y su único deçir, poema más largo que se leía a diferencia de las cantigas que eran cantadas o interpretadas.
Aquí comparto algunas primeras estrofas de sus poemas en una versión castellana actual:
*“Por leal servir, ¡cuitado!”Cantiga donde se queja de su mala suerte:
Por leal servir, ¡ay de mí!,
(y así siempre serviré),
me veo engañado, a prueba mi fe
y a la ruina condenado
para mi preocupación.
Ya no me conviene irme
porque no puedo ocultar
mis desgracias, ¡mala suerte!
* “A Vos, grand perdonador”Cantiga en loor a Dios:
A Vos, gran perdonador
hago promesa en verdad
de guardar la castidad
mientras que vivo estuviere,
y no servir al amor
ni estar más tiempo en su corte,
y recordar vuestra muerte,
oh Jesús, mi Salvador.
* “Virgen, flor d’espina” Dedicada a la Virgen María:
Virgen, flor de espina
siempre te serví;
santa cosa y digna
ruega a Dios por mí.
Eres, sin dudar,
muy perfecta y santa;
como tu humildad
en el mundo no hay tanta;
queriéndote honrar
la Iglesia te canta;
mi alma se levanta
en loores de ti.
Nota: en estos poemas el verbo servir equivale a amar.