27 julio 2024
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Integración social, protección del medio ambiente y autoconsumo: el huerto ecológico de la Isla de Tercia

El huerto ecológico que promueve la Fundación Humana se encuentra en la Isla de Tercia.
El huerto ecológico que promueve la Fundación Humana se encuentra en la Isla de Tercia.

Ana Rodríguez. Cuidar nuestra alimentación a la par que cuidamos del planeta es una idea cada día más extendida en nuestra sociedad. Muchas personas concienciadas con la necesidad de proteger el medio ambiente optan por poner su granito de arena dedicando parte de su tiempo a ser agricultores ecológicos. Quizá por ello, en zonas urbanas de Sevilla han surgido en los últimos tiempos diversos espacios destinados a huertos para autoconsumo.

Una de las más recientes es una parcela ubicada en la Isla de Tercia, junto a las instalaciones de RTVE al norte del Parque del Alamillo. Un terreno en el que actualmente Humana Fundación Pueblo para Pueblo está potenciando este tipo de iniciativas. Tras firmar un convenio de colaboración con la gestora de las tierras, la Asociación Agroecología Isla de Tercia, está ofreciendo a mayores de 18 años interesados en la agricultura ecológica y social parcelas individuales de aproximadamente 40 m2 y formación gratuita para cultivar en ellas hortalizas ecológicas para autoconsumo.

El huerto cuenta actualmente con 19 usuarios.

El proyecto -subvencionado por esta Fundación y que forma parte de un programa de agricultura urbana llamado 3C Cultivemos el Clima y la Comunidad- cuenta actualmente con 19 usuarios de perfiles muy diversos. Algunos pertenecen a las Áreas de Mayores y de Juventud e Infancia de Cruz Roja Española, otros al Grupo de Trabajo de Huertos de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla y hace unos días ingresaron seis nuevos miembros del colectivo de migrantes y refugiados a través de la asociación ACCEM.

Rocío Hernández es la instructora del programa 3C que está formando y asesorando a estos nuevos agricultores. Como pone de relieve esta licenciada en Ciencias Ambientales y Máster en Agricultura, Ganadería y Silvicultura Ecológica, entre los usuarios de los huertos hay «personas en riesgo de exclusión social, en situación de vulnerabilidad, también parados de larga duración, personas con depresión... Trabajamos con asociaciones que puedan multiplicar y replicar el objetivo del proyecto, que es de inserción social y laboral«.

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El proyecto promueve la inserción social y laboral entre distintos colectivos.

Y es que con esta iniciativa enseñan cómo crear y mantener un huerto ecológico, una formación muy valiosa de cara al futuro, así como a llevar una alimentación más sana, producir alimentos nutritivos con un impacto positivo sobre el medio ambiente y establecer vínculos sociales entre los usuarios y el resto de la población en torno a la agricultura ecológica.

«Este proyecto da confianza a los usuarios, mejora su estado anímico y su autoestima, les proporciona un ahorro considerable en el gasto en alimentación, amplía su círculo de amistades, comparten con sus compañeros, están en contacto con la naturaleza y aprenden una nueva actividad», apunta Hernández. Incluso en el futuro quieren habilitar el huerto para personas con discapacidad, para darle también a este colectivo la oportunidad de disfrutar de estos beneficios.

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Los nuevos agricultores reciben formación teórica y práctica de cómo cultivar la tierra.

La mayoría de los nuevos agricultores no tiene ninguna experiencia en su nuevo campo de actuación, así que la Fundación les ofrece tanto materiales –dotación de herramientas, semillas y plantel comunitarios– para empezar como asesoramiento y acompañamiento en el proceso. Las parcelas se ceden por un periodo de dos años y una vez a la semana los usuarios reciben clases teóricas y prácticas sobre temas como sistemas de riego, gestión de materia orgánica, semilleros, invernaderos, mantenimiento de infraestructuras básicas, procesos de cultivo, tipos de suelo, gestión de plagas…

Además de las tareas individuales -lo ideal es que se dediquen al huerto dos o tres mañanas o tardes a la semana-, establecen otras comunitarias que les obliga a trabajar como un grupo organizado, como una comunidad cohesionada, creando dinámicas de gestión de tareas y conflictos. Según explica Rocío Hernández, «nos interesa que tras estos dos años, el colectivo sea capaz de autoproducir sus alimentos, incluso de incorporarse al sector agrícola. Pero igual de importante es que se creen vínculos de solidaridad. Aquí este proyecto está empezando, pero en Palomares del Río llevados años y se han dado casos de compañeros que se han lesionado o han estado enfermos y el resto del grupo los ha apoyado para que puedan continuar con su parcela».

Aún quedan parcelas libres en Isla de Tercia.

Por otro lado, no todos los agricultores de Isla de Tercia llevan el mismo tiempo trabajando sus parcelas. Algunos acaban de incorporarse al proyecto, mientras que otros ya han plantado su primera cosecha. Este último es el caso de la bióloga Belén Gómez Márquez, perteneciente al colectivo de la Universidad de Sevilla, y que lleva inmersa en su terrenito desde el pasado 9 de abril.

Belén se sumó a esta iniciativa a raíz de una experiencia anterior en el proyecto ‘Huertos de aprendizaje’ de la US. En el mismo, miembros de la comunidad universitaria disponían de bancales en la Facultad de Ciencias de la Educación para el desarrollo de agricultura ecológica. Pero la necesidad de un espacio físico más amplio y expuesto a condiciones reales de cultivo la animó a buscar otras alternativas. En un seminario conoció a Rocío Hernández, quien le habló del huerto de Isla de Tercia, interesándose tanto ella como parte de su alumnado.

Al norte del Parque del Alamillo están plantando verduras y hortalizas.

En su parcela, Belén ha plantado tanto frutas y verduras de temporada (melón, sandía, pepino, calabaza, tomate, pimiento, berenjena…) como plantas aromáticas (albahaca, menta, capuchina, tagete, caléndula, tanaceto, romero y lavanda), ya que esta asociación «atrae a polinizadores y protege de posibles plagas, además de dar color y olor», informa la bióloga, que espera su primera cosecha entre finales de julio y principios de agosto.

Para Gómez poder disfrutar de este terreno es una satisfacción, pues a pesar del trabajo que conlleva «me llena mucho, es un reducto de verde y paz dentro de la ciudad«. Además supone su aportación personal a su filosofía de vida, a adoptar medidas en su día a día que inciden en el cambio climático. «Pertenezco a ese grupo de personas que recicla, que no utilizan plásticos, que van a zonas donde se compra a granel para no usar bolsas, que creemos en la agricultura ecológica y local y en hacer un consumo responsable de los alimentos. Yo aplico esa concienciación, en la medida de lo posible, a mi casa», reconoce.

La agricultura agroecológica tiene múltiples beneficios.

En esta línea, Rocío Hernández explica la importancia de la agricultura agroecológica, consistente en la producción y comercialización en canales de cercanía: «según Grain, el 30 % de la agricultura convencional monocultivo mundial produce el 40 % de los gases de efecto invernadero. La agricultura agroecológica reduce las emisiones de CO2, favorece la biodiversidad, mejora el paisaje en el entorno de las ciudades y baja la temperatura dentro de las mismas. El usuario tiene contacto con los productores, sabe que los alimentos están libres de tóxicos y que sus propiedades organolécticas son mejores porque están cultivados en suelos vivos. Por eso es importante apoyar a los pequeños agricultores y ganaderos», concluye.

Al hilo de su discurso, Hernández también reconoce que Sevilla es una ciudad muy sensibilizada con la alimentación ecológica y con mucho potencial, aunque «debería haber más espacios en los que la gente pueda autoproducir sus alimentos. Hay muchos huertos municipales y se debería favorecer una gestión más apropiada y una ampliación, todo ello sin competir con los emprendimientos agrícolas, con personas que puedan incorporarse al sector profesionalmente».

Las personas interesadas en participar en esta iniciativa en la Isla de Tercia aún están a tiempo. La intención es llegar a los 30 agricultores, por lo que el plazo de inscripciones, que son gratuitas, está abierto para optar a las parcelas disponibles. Solo hay que enviar un correo electrónico a [email protected] o bien llamar al 682 687 193.

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Diputación de Sevilla, cultura
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