M.C. Contreras. Para Carlos Sanz, la pasión por la bicicleta es algo que no es la normal de cualquier persona de su edad que quiera de vez en cuando dar un paseo sobre dos ruedas.
Tal es su amor por los pedales y el manillar, que ha terminado viviendo en la meca de las bicicletas en el mundo: Whistler. Se trata de un municipio-resort ubicado en las montañas costeras del sur de British Columbia, aproximadamente a dos horas por carretera al norte de la ciudad de Vancouver en Columbia Británica, Canadá.
Y es que Whistler no es un lugar cualquiera. Está considerado el resort para prácticas de esquí más grande de Norteamérica, y la mejor estación alpina según la revista Ski Magazine. Sumando ambas montañas tiene más de 200 pistas de esquí de varias dificultades. Y para descender en mountain bike es algo más que un lugar idea. Es el mejor.
Carlos tenía más o menos estable su vida en su Gerena natal. Allí gestionaba su taller de chapa y pintura. Pero escuchó hablar de la localidad canadiense, de sus pistas inmejorables para practicar el descenso, y un avión le llevó allí. Ahora tiene 29 años, aunque su historia fue escalonada.
La primera vez que conoció Canadá fue en 2014, para unas vacaciones de 15 días. «Después de eso ya me fui definitivamente en 2016», explica. Allí trabaja como pintor.
No fue una adaptación fácil, como suele pasar con los viajes de la gente que se busca la vida en un lugar extraño. Inicialmente, consiguió un permiso de trabajo y se estableció en Canadá.
En medio de esa adaptación, decidió visitar otros lugares americanos. Fue a ver a su amigo Juan José a Nueva York, al que le contó que posiblemente volvería a España, pero se quedó finalmente a buscar su futuro en Canadá.
Está establecido en el Gran Norte Blanco. Su vida está hecha allí y es un profesional respetado. Pero como suele pasar, echa de menos algunas cosas de Andalucía, sobre todo de Sevilla.
Así, recuerda que «extraño la sobrasada, el jamón y sobre todo comer queso a buen precio».
En realidad, coincide en muchos aspectos con muchos sevillanos que viven fuera de las fronteras españolas a la hora de hablar de cómo se come en un sitio y otro. La comida, y otras cosas, las echa de menos, mientras día a día sigue trabajando en su nueva vida.
1 comentario en «La pasión por las dos ruedas llevó a Carlos a Canadá»
Que hermoso artículo, muchas veces uno cuando decide conocer otro país, se enamora de este, Canadá es un hermoso y tranquilo país, maravilloso para vivir…pero a la larga las raíces llaman