Redacción. El profesor de la Universidad de Sevilla David Pozo, ha sido designado por la Agencia Europea del Espacio (ESA) como experto durante el próximo año para formar parte del panel de científicos que evaluará los experimentos que llevarán a cabo los astronautas de la ESA en la Estación Espacial Internacional (ISS). Esta información es crítica para el éxito de las futuras misiones tripuladas, en las que debemos conocer, y en lo posible minimizar, los efectos que sobre la fisiología humana tienen las exposiciones prolongadas a gravidez cero y rayos cósmicos en condiciones de confinamiento. Una veintena de científicos, entre los que David Pozo es el único representante español, llevan a cabo la valoración final de las propuestas que en el marco del programa “Science in Space Environment” de la ESA se han presentado procedentes de Europa, con participación de científicos canadienses y estadounidenses.
Durante el pasado mes de agosto, en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial de la ESA, con sede en Holanda, el panel de expertos de la ESA ha seleccionado un conjunto inicial de proyectos que más tarde será vuelto a evaluar en términos de idoneidad técnica para que puedan ser ejecutados en la ISS por los astronautas. En este sentido, se revisan todos los procedimientos experimentales con el fin de optimizar el material que debe subir a la ISS, que es limitado por el coste económico que conlleva. Además de las operaciones en la ISS, hay proyectos que se desarrollan en otras plataformas de la ESA que incluyen vuelos parabólicos o estaciones de confinamiento en Siberia o en el continente antártico.
La ISS es el mayor ingenio construido por la Humanidad en el espacio y tripulada de manera continuada desde el año 2000. La contribución europea en la ISS la constituye el módulo laboratorio Columbus, conectado a los módulos de Japón, Estados Unidos y Rusia. Como explica el director del grupo de investigación Terapias Avanzadas en Inmunomodulación y Neuroprotección de la US, el profesor David Pozo, “hay muchos efectos de los vuelos espaciales que han sido descritos en el pasado y que incluyen, entre otros, pérdida de masa ósea, atrofia muscular, desregulación metabólica o cardiovascular. Sin embargo, toda esta información no se ha traducido en una visión integradora de los cambios que ocurren en diferentes sistemas y niveles funcionales. Por eso es difícil elaborar modelos robustos que permitan predecir las consecuencias a largo plazo de una adaptación de la vida humana al ambiente espacial. Sin esto, es aún más complicado planificar soportes médicos o medidas paliativas para las misiones de larga duración”. En este contexto, las alteraciones del sistema inmunológico son relevantes. Por ejemplo, los procesos inflamatorios agudos son clave para resolver adecuadamente tanto daños tisulares como enfermedades infecciosas.
Pero en el Espacio, por lo aprendido en las misiones MARS-105 y MARS-500 entre 2008 y 2011, hay evidencias de una inflamación de baja intensidad de carácter crónico. Como indica David Pozo, esta inflamación de baja intensidad es algo recurrente en muchas enfermedades crónicas, desde las autoinmunes como la artritis reumatoide, las cardiovasculares como la ateroesclerosis o las neurodegenerativas. “Esta potencial predisposición a enfermedades crónicas es el reflejo, en parte, de un envejecimiento acelerado que deberemos comprender en el caso de que la Humanidad quiera cumplir el deseo de explorar las últimas fronteras”.