Rosa Brito. Manuel Valderrama Donaire (51 años) presenta su nuevo libro de ensayos La literatura no tiene cura. Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla, es un apasionado de la lectura y el jazz, aunque solo como oyente. Hasta la fecha lleva publicadas tres novelas: El hombre de perfil (PeZsapo, 2014), Uno de los vuestros (PeZsapo 2016) y Egolatría (La Isla de Siltolá, 2017).
Es colaborador por quinta temporada consecutiva en el programa de radio La Cultura en R.A.I. con una sección, el Lector Irreverente, en la que cada semana habla de algún autor o autora desde un punto de vista desenfadado, incluso gamberro.
Por medio de anécdotas curiosas, divertidas y alocadas, La literatura no tiene cura, es un catálogo de rarezas quiere servir de acicate para que los aficionados a la lectura conozcan datos de escritores a los que no han leído, al tiempo que podría despertar el apetito de aquellos que no se acercan a los libros por miedo a aburrirse.
– ¿Qué es La literatura no tiene cura?
– Es un ensayo en el que, con mucho humor, hago un repaso a la fructífera relación que a lo largo de los siglos ha unido a la creación literaria con los trastornos mentales. Personajes de ficción que prestan su nombre a diversos síndromes y complejos, personajes y autores que bordean la línea difusa que separa la genialidad y la locura… Es un libro lleno de anécdotas, extravagancias, curiosidades, que pretende despertar la voracidad de los lectores.
– ¿De dónde viene la idea?
– El germen de este libro hay que buscarlo en mis colaboraciones de radio con Viki Román y Jesús Barroso en el papel del Lector Irreverente. Comparte con ellas tanto el tono como el espíritu, aunque en La literatura no tiene cura el contenido está más sistematizado, más ordenado.
– ¿De dónde viene la vocación de escritor?
– Como no puede ser de otra forma, de mi verdadera vocación, que no es otra que la de lector.
– ¿Cuántos libros tienes?
– Muchísimos. Tal vez demasiados. No podría darte un número exacto. Solo sé que se acumulan en las estanterías, los muebles, las mesas, las cajoneras… La verdad es que empieza a ser preocupante la falta de espacio en casa. Menos mal que mi mujer comparte vicio conmigo.
– ¿Vives de la literatura?
– No, desde luego que no. ¿Se puede vivir de la literatura?
– ¿Qué significa para ti tu último libro?
Es mi primer ensayo, el primer libro que escribo que no es de ficción. Me he sentido muy cómodo. Puede que haya influido el hecho de que también haya sido la primera vez que escribo sabiendo con seguridad que va a ser publicado y en qué editorial.
– ¿En qué te inspiras?
– Cada libro ha tenido una inspiración distinta. Este, en concreto, tiene más que ver con mi experiencia como lector que con mi recorrido vital. De todas formas, la inspiración tiene una naturaleza frágil, muy volátil. Uno anota cientos de ideas que siempre parecen geniales en el momento en que se le ocurren y solo llega a desarrollar unas poquitas. Lo que de verdad le da valor a la idea inicial es la elaboración. Sin ella, no hay nada.
– ¿Tienes pensado escribir más libros? ¿Sobre qué?
– Sí, claro. Tengo un libro de relatos apalabrado con la editorial Takara. El manuscrito ya está entregado, aunque no tenemos fecha. También he terminado hace poco un poemario que, seguramente, acabaré publicando. Y ahora mismo estoy trabajando en un conjunto de relatos con conexión temática. A estas alturas, escribir se ha convertido en una parte de mí a la que difícilmente podría renunciar.
– ¿Apuestas por la digitalización en la literatura? ¿Te gusta? ¿Qué pensamiento tienes sobre este tema? ¿Crees que el nº de ventas está igualado?
– Todavía el libro digital no ha sido capaz de desplazar al libro tradicional. No digo que siempre vaya a ser así. Pero desde luego se creía que el cambio de formato iba a imponerse de manera mucho más urgente. Imagino que, conforme las nuevas generaciones vayan tomando el relevo de los nativos analógicos, la tendencia irá cambiando.
– ¿Crees que la literatura tiene éxito en las masas? ¿Por qué?
– En general, no. Una cosa es el éxito editorial y otra el literario. No suelen ir de la mano, aunque en muy contadas ocasiones puedan coincidir. Una cosa es el mercado y otra la literatura. Tienen intereses y objetivos distintos.
– ¿Y crees que los sevillanos son aficionados a la lectura?
– De todo hay. Como en el resto del país. Como en el resto del mundo. Lo que sí es cierto es que hay un círculo de autores, lectores, editores, libreros, que a fuerza de encontrarnos en presentaciones, ferias del libro, encuentros… vamos haciendo piña y cogiéndonos cariño.
– ¿Qué le dirías a los sevillanos para que lean tu libro?
– Les diría que La literatura no tiene cura les da la oportunidad de conocer aspectos ocultos de la personalidad de grandes autores. Es una forma divertida de aprender sobre ellos con una sonrisa. Este libro es una puerta de entrada a otros muchos libros. Sin desdeñar la posibilidad que les da de fardar deslizando anécdotas en las conversaciones de bar con sus amigos. Con poco esfuerzo, van a quedar como unos eruditos.
