19 noviembre 2024
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Araceli de Areba, directora de los talleres de teatro de la ONCE en Sevilla: «Yo veo la capacidad»

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La artista es licenciada en Arte Dramático por la Escuela Superior de Sevilla.

Victoria G. Mora. Desde los tres años ya sabía qué quería ser de mayor. Su amor por el teatro se percibe desde lejos. Consciente de la difícil situación por la que atraviesa su profesión, Araceli de Areba no ha dejado de luchar por su sueño. Y se puede decir que, hasta ahora, lo ha conseguido. La joven onubense es actriz y dramaturga y desarrolla su carrera profesional en Sevilla, donde imparte desde hace seis años los talleres de teatro de la ONCE.

De Areba, licenciada en Arte Dramático por la Escuela Superior de Sevilla, es directora de la compañía de teatro Homero de la ONCE desde 2012, con la que ha ejecutado obras como Bodas de Sangre, Construyendo a Verónica, Mando parte el bigote, Historias mínimas o Milies Gloriosus. Además, también dirige el taller de teatro para niños en el Centro de Recursos Educativos (CRE) desde 2013. En 2014, Araceli consiguió junto a este grupo el primer premio nacional del Certamen sin Límites, de la Fundación Repsol, con una obra creada y dirigida por ella, Sentidos.

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Entre tanto, la joven dramaturga también ha tenido tiempo para impartir talleres de teatro en los distritos de Triana y Cerro del Águila, así como en el Centro Cívico Bellavista y en la Asociación de Mujeres Parque Amate. Pero mientras tanto, la artista no se ha bajado de los escenarios. Actualmente interpreta un papel en el espectáculo mensual Rocky Horror Madness Show y está sumergida en diferentes proyectos teatrales y audiovisuales.

Sobre su experiencia en la ONCE, Araceli cuenta que «me enfrenté a una cosa que no había hecho nunca, dirigir, y más a personas discapacitadas visualmente; fue un reto». La oportunidad de conducir estos talleres le llamó a la puerta recién acabada la carrera y aún sin experiencia profesional.

La dramaturga con uno de sus grupos de teatro.

«Nosotros trabajamos como una red de apoyo», narra la onubense. «Aquí he aprendido lo más bonito de la profesión, la parte más humana, sincera y pura; no por la discapacidad, sino por la capacidad de potenciar otras cosas en el ser humano», un sentimiento que, asegura, no vivió en la escuela, donde se percibía una mayor rivalidad.

Araceli es de origen onubense.

La artista define a los actores como personas empáticas, característica imprescindible para entender su fuerte conexión con los alumnos. «La discapacidad visual se trabaja como si no existiera, poniendo el foco en la capacidad que tienen en hacer otras cosas», explica. Araceli hace hincapié en la importancia de trabajar en estos talleres con los movimientos y las coreografías.

La dramaturga habla de sus alumnos con admiración y profundo respeto. Durante este tiempo, ha tenido que hacer frente a situaciones difíciles: personas que acababan de perder la vista o jóvenes que sufren trastornos mentales al sufrir la discapacidad visual. «Usaban el teatro como herramienta de superación para coger aliento», recuerda emocionada.

La artista también actúa mensualmente en el espectáculo Rocky Horror Madness Show.

Sobre su experiencia de trabajar con niños, Araceli cuenta que «toman el teatro como una herramienta de empoderamiento, aprenden a resolver conflictos, a hablar en público y normalizan su discapacidad». Sentidos, la obra ganadora del Certamen sin Límites, es un canto a la positividad y la capacidad de superación. La artista invirtió los roles establecidos creando una protagonista que llega a un mundo en el que ella es la única que ve. «Las bases del certamen hablaban otra vez de discapacidad, pero yo veía la capacidad», sostiene.

«Creo que actúo mejor desde que dirijo», confiesa. La dirección le ha otorgado una visión holística desde la que comprende mejor cuál es el sitio de cada uno. Sin embargo, la onubense no quiere renunciar a nada, mientras compagina las tareas de dirigir, escribir y actuar.

Araceli reivindica la visibilidad de las mujeres en el contexto teatral.

La joven dramaturga reivindica el papel de la mujer en el contexto teatral de nuestros días. «Estamos desgraciadamente acostumbradas a ser las musas, no las artistas», reclama. «No están habituados a que mandemos», añade, mientras cuenta que en algunas salas los técnicos han cuestionado sus directrices por el mero hecho de ser mujer. «No hay pocas mujeres, hay poco espacio para las mujeres», concluye.

Después de llenar el Teatro Távora con el grupo de mujeres de Parque Amate, recorrer los teatros andaluces con la obra Bodas de Sangre de la compañía Homero e incluso ganar un premio nacional con el grupo de teatro de niños, la artista reafirma su postura, «tiene momentos duros, pero yo animaría a quien sea a que se dedique a esto, para mí es la profesión más bonita del mundo, es pura, es efímera, es verdad».

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