20 noviembre 2024
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Francisco Pazos, de Nomad Garden: «Los jardines son una expresión de la cultura humana»

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La exposición se puede visitar en el Real Alcázar hasta mañana sábado 29 de diciembre.

Victoria G. Mora. El proyecto creativo Jardín Cosmopolita propone un viaje por el mundo a través de las plantas que habitan en Sevilla. Sus creadores, Nomad Garden, son profesionales de la arquitectura y el paisajismo amantes de la botánica y la jardinería que conciben los jardines como lugares que hacen más llevadero el día a día en las ciudades, combatiendo su agresividad y su ritmo frenético.

Jardín Cosmopolita es la cuarta edición de Luces de Barrio, una iniciativa comisariada por Nomad Garden y promovida por el ICAS, en colaboración con Surnames Narradores Transmedia y El Mandaíto. En esta ocasión, la exposición se exhibe hasta mañana 29 de diciembre en el Real Alcázar. 

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El proyecto pone en valor los jardines como un elemento que equilibra el entorno con nuestros propios cuerpos y en el que se reflejan las civilizaciones. Fruto de este interés por la vegetación, Nomad Garden ha conseguido mapear para esta edición 20.000 especies en el Real Alcázar y unas 200.000 en toda la ciudad.

La exposición incluye interpretaciones de científicos y artistas sobre el mapa vegetal de Sevilla, así como la influencia que tienen las especies en nuestras vidas. El proyecto, que promueve la exploración activa de la cartografía vegetal de la ciudad, enlaza con el quinto centenario de la primera vuelta al mundo ofreciendo al visitante un viaje a través de la historia de las plantas que conviven en la capital. Hablamos con Francisco Pazos, de Nomad Garden.

Se han mapeado 20.000 especies del Real Alcázar.

-¿Cómo surge la idea del proyecto Luces de Barrio: Jardín Cosmopolita?
-Desde sus inicios, Luces de Barrio surge como propuesta de iluminación alternativa de Navidad, con un concepto que se aleja de un encendido de luces y pretende iluminar gentes, proyectos, iniciativas, movimientos sociales… En anteriores ediciones hemos trabajado con colegios, asociaciones culturales, vecinos, huertos urbanos,… Con ellos se establecieron colaboraciones entre los colectivos residentes y artistas invitados para crear una propuesta personalizada para cada uno de sus lugares. A su vez, en las fechas navideñas se realizaban una serie de celebraciones, casi a modo de clausura.

Este año es diferente. El Jardín Cosmopolita no es la clausura, si no la apertura del proyecto. Con ocasión del 500 aniversario de la primera circunnavegación del mundo, efeméride que se celebra desde el 2019 al 2022, conmemoramos la preparación del viaje. Hace 500 años se estaban recopilando datos, información y, sobre todo, mapas y cartografías del mundo conocido. Por tanto, el Jardín Cosmopolita rememora el viaje no como suceso pasado, sino como descubrimiento y exploración de nuestra propia ciudad y del cosmopolitismo que aquel viaje nos ha legado. Hace 500 años descubrimos el mundo partiendo desde nuestra ciudad, ahora proponemos redescubrir el mundo en ella.

Se trata de la cuarta edición dentro del proyecto creativo Luces de Barrio.

-¿Cuál es su objetivo y qué pretende transmitir?
-Poner en valor las características históricas, culturales, sensoriales, climáticas, ambientales… que la naturaleza de las ciudades atesora. No se trata solo de enumerar atributos o características, sino de vivirlas, experimentarlas, y dar a conocer las culturas y lugares de las que proceden esas plantas, árboles y arbustos que «decoran» jardines, parques y calles. Muchas de ellas hoy tan sevillanas como el geranio, la buganvilla, el jazmín o la jacaranda, proceden de lugares como Sudáfrica, Brasil, India o Bolivia. Los jardines son, quizás, el máximo exponente del cosmopolitismo de una ciudad, Sevilla, que siempre fue mucho más próspera cuando se abre al mundo.

-El proyecto está inspirado en el Año Magallanes, ¿qué supuso este hecho histórico para el estudio de la vegetación?
-En aquella época la botánica estaba en una época de efervescencia. La ciencia botánica tal y como hoy la reconocemos era aún incipiente. Las exploraciones, porqué negarlo, mayoritariamente movidas por motivaciones de carácter económico, eran muchas veces proyectos de búsqueda de recursos botánicos: especias, tintes, alimentos, materias primas… y la descripción e investigación que rodeaba a esos proyectos era una botánica experimental, descriptiva, que asentó las bases de la botánica moderna. En este sentido, nos gusta destacar la figura del cronista del viaje, Pigaffeta, contratado como «lenguaraz y cartógrafo» y que fue además un protocientífico que nos ha legado algunas de las primeras descripciones botánicas de multitud de plantas, paisajes, animales y culturas en una época donde se recurría a lo ya conocido para nombrar lo desconocido; de forma que los plátanos eran «higos de un palmo de largo», al tiempo que redescubría; por serles ya familiar; jazmines o azahares en la otra punta del mundo, que hacía siglos otras culturas que habían pasado por la Península ya nos habían legado.

Jardín Cosmopolita ha mapeado unas 200.000 especies en la ciudad de Sevilla.

-¿A través de qué herramientas trabajáis para poner en valor la potencialidad de los jardines en el espacio público?
-La herramienta más importante es la gente. Los jardines son una expresión de la cultura humana, con un componente histórico y vivencial innnegable, pero cuyo sentido solo se explica por quienes los crean, cuidan y disfrutan. Se trata, por tanto, de poner en valor los parques y jardines para garantizar su propia pervivencia y conservación. Espacios que, vividos, cobran pleno sentido. Lugares que sólo cuando se valoran podrán pervivir en un ecosistema especialmente agresivo como es la ciudad que tenemos actualmente y que, precisamente la naturaleza, es un factor muy relevante para que la ciudad sea más vivible, confortable y deseada. Y muy especialmente con los actuales desafíos de cambio climático, urbanización, etc.

-¿Cuáles son las plantas más representativas de la ciudad de Sevilla?
-Lo mejor de esta pregunta es que, en realidad, tiene tantas respuestas como personas preguntes. Es decir, todos tenemos una imagen, un concepto de plantas propias de Sevilla que tienen que ver con el imaginario colectivo, con nuestra historia y con nuestras vivencias personales. Algunas son muy evidentes: el naranjo amargo, originario de Asia (y que incluso en inglés se conoce como «Naranjas de Sevilla») con su azahar; el mediterráneo mirto y los asiáticos jazmines de los patios y jardines históricos de reminiscencias islámicas; la brasileña y exótica buganvilla, de relativamente reciente aparición, pero ya plenamente identificada con nuestra jardinería; o la jacaranda, que llena de violeta nuestras calles, también sudamericana y que nos conecta a espacios como Ciudad del Cabo (la «Ciudad de las Jacarandas») o a la memoria de la familia real inglesa a través de Lord Mountbatten. Incluso las typical spanish gitanillas o los geranios, son en realidad de origen sudafricano. Ello no quita que haya otras muchas autóctonas que llenan nuestras calles y jardines: almeces, encinas,…

El popular naranjo amargo de Sevilla.

-¿Qué zona de la capital es la más rica vegetalmente? ¿Por qué?
-Depende del cristal con que se mire. Es evidente que la respuesta fácil es el Parque de María Luisa, el Real Alcázar o los muchos parques y jardines históricos, pasando por el legado de la Expo92 (Jardín americano, Cartuja, etc.). Pero a nosotros nos gusta destacar la labor de otros muchos agentes jardineros no tan evidentes. Un claro ejemplo son los vecinos de la barriada de la Oliva, un espacio urbano que, gracias a la Asociación de los Amigos de la Oliva cuenta con su propio vivero y unos jardines únicos y singulares que acaparan una diversidad de especies mayor incluso al Parque de María Luisa. Se pueden asimismo nombrar la biodiversidad de los huertos urbanos (Huerto de Miraflores, o Alcosa) y los patios y jardines privados. Y no sólo los de los grandes palacios y casas como Dueñas o Pilatos; también de miles de patios, balcones y parterres cuidados por los propios vecinos, y con cuya curiosidad y búsqueda de lo singular y lo especial llenan de riqueza nuestra ciudad.

-¿Cuáles son los principales efectos de la vegetación urbana sobre el cuerpo humano? ¿Y sobre su cultura?
-Son tantos que cuesta a veces enumerarlos. Partamos de una idea muy sencilla y al mismo tiempo radical: no podríamos vivir sin la naturaleza, y muy especialmente sin las plantas. Más allá de generar oxígeno o limpiar partículas del aire, son un reservorio de alimento, de medicinas,… y más allá de lo utilitario, generan confort climático y sensorial, nos llenan de luz (y sombras) y de color, de aromas, y embellecen la ciudad. Nuestra propia psique asocia la naturaleza con lo paradisíaco, con lo perfecto, con nuestros orígenes. Y por todo eso, a su vez, la cultura bebe y vive de nuestro entorno natural, sea urbano o rural. Nuestra historia y nuestra cultura nos ha ido legando sus jardines, y a lo largo de la historia, estos espacios han ido evolucionando.

Según Pazos, las plantas potencian el confort climático y sensorial en la ciudad.

-Por lo general, ¿respeta la población la naturaleza que le rodea en el entorno urbano? ¿Y en Sevilla?
-Es una respuesta nuevamente compleja y poliédrica. Pero nos arriesgarnos a decir sí, y cada vez más. Sí porque su mera existencia ya nos indica que gustan y se quieren. Y cada vez más porque incluso en los conflictos que han surgido en los últimos años en torno al cuidado de parques, jardines y el arbolado de calle, emana un interés que va mas allá del conocimiento o de la información. Es algo común y que se esta viendo en todo el mundo. En parte, porque la civilización humana es cada vez más urbana, y necesitamos que haya naturaleza en ella; y porque la naturaleza nos aporta tanto, que negarle su lugar es negar nuestra propia pervivencia futura.

-¿Qué le dirías al lector para invitarlo a conocer esta original exposición?
-La ciudad está habitada por especies botánicas cosmopolitas y con este proyecto podrá descubrir sus historias y efectos a través de una mirada contemporánea.

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