27 julio 2024
Hospital Sagrado Corazón

La Exaltación ya está en su casa, ya ha vuelto a Santa Catalina

El Cristo de la Exaltación y la Virgen de las Lágrimas en Santa Catalina. /Foto: Manuel Gómez
El Cristo de la Exaltación entra en Santa Catalina. /Foto: Manuel Gómez

Carmen Prieto. Sendos aplausos respaldaron la apertura de las puertas en San Román y en Santa Catalina en la tarde de ayer. Pero por motivos bien distintos. Y sonaron muy diferentes. El primero acogía la salida de la hermandad desde su parroquia, el templo de su exilio mientras su iglesia estaba en obras. El segundo, una ovación más cerrada acompañada por el repique de campanas, suponía la vuelta a casa. El regreso 14 años y medio después a su sede canónica completamente remodelada, desde los cimientos a la techumbre, pero en la que parece que nada ha cambiado. «Todo brilla y huele a pintura, pero está igual», comentaban los hermanos al completar este traslado que ha sido el fin de una larga estación de penitencia lejos (pero muy cerca) de casa.

La lluvia empapó la tarde pero no impidió que la Hermandad de la Exaltación pudiera volver a casa. Ni siquiera alteró su recorrido. Simplemente alargó la espera unos minutos. A las 18.36 horas (estaba previsto que fuera a las 18.15 horas) se abrían las puertas de San Román y la impresionante cruz de guía de la corporación del Jueves Santo se abría paso mientras se cerraban los paraguas. Más de 600 papeletas de sitio habían retirado los hermanos para acompañar a sus titulares en este corto pero intenso trayecto que les separaba de su iglesia. Balcones engalanados, colgaduras, mantones, banderines y mantras de devoción («La alegría de Santa Catalina», rezaba uno de ellos) que el grupo joven había repartido entre los vecinos daban cuenta de la fiesta que se vivía en esta collación del centro de Sevilla. Peñuelas, Doña María Coronel, Gerona y Capataz Manuel Santiago, una calle rebautizada que no existía cuando la corporación tuvo que dejar Santa Catalina, conformaban este itinerario que pasaba por la puerta de la nueva casa hermandad.

Acompañado por las voces de la Coral de San Felipe Neri y los cuidados sones del cuarteto (aunque los componentes eran bastante más de cuatro) de viento y metal de la Banda Municipal de Arahal, el Cristo de la Exaltación, portado por sus hermanos en las andas que la Hermandad del Museo mandó preparar para el Viacrucis del Consejo que presidió su Cristo de la Expiración, estrenaba las potencias donadas por la familia López Camacho y labradas por Raúl López, clavado en su cruz con los remates más antiguos que posee.

El cortejo avanzaba con rapidez, quizás por el temor a un nuevo chaparrón, quizás por esa ansiedad por regresar a casa. Así, casi en un suspiro, tras el estandarte corporativo, que portaba Jorge de los Santos, y las representaciones, entre las que se encontraba el flamante presidente del Consejo, Francisco Vélez (que tomó posesión el viernes), y el delegado diocesano de hermandades y cofradías, Marcelino Manzano, flanqueando a un hermano mayor, José García Rufo, que conducía orgulloso a su hermandad a la tierra prometida.

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A la calle llegaron las voces de la Escolanía Salesiana María Auxiliadora, acompañando el anuncio que traían los ciriales. La Virgen de las Lágrimas se despedía, en las andas de traslado de la Esperanza de Triana, de la que ha sido su casa durante estos 14 años, alumbrada por 14 puntos de luz, uno por cada año en el exilio, con los nombres de los hermanos fallecidos durante este tiempo y uno dedicado a los donantes de órgano. Lucía el manto de traslado de terciopelo verde bordado en oro de la Esperanza de Triana, una toca de sobremanto bordada por Grande de León para la dolorosa de Pino Montano, la Virgen del Amor, y su saya blanca de tisú bordada en oro por Jesús Rosado. También la hermandad había reservado un estreno para esta ocasión: un tocado donado por el grupo joven y la familia López Camacho, un chal de tul egipcio bordado en plata.

El Cristo de la Exaltación y la Virgen de las Lágrimas en Santa Catalina. /Foto: Manuel Gómez

Todas las emociones se desbordaron al llegar a casa. En la memoria, los que no pudieron regresar. Por esto, la primera oración en el interior de Santa Catalina en torno a los titulares fue por los hermanos difuntos. En la retina, las miradas expectantes de quienes lo hacían por primera vez o no recordaban lo que dejaron atrás siendo demasiado niños. En el corazón, el agradecimiento por pisar de nuevo estos umbrales en los que todavía queda mucho por hacer.

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Antes ya habían completado este trayecto, aunque por recorridos distintos, la Virgen del Rosario y del Carmen y Santa Lucía. Hoy queda por delante la misa de consagración del altar que presidirá, a partir de las 12.00 horas, el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, en presencia, entre otros, del alcalde de la ciudad, Juan Espadas.

 La iglesia de Santa Catalina reabre este domingo sus puertas tras 14 años en obras

 FOTOGALERIA: Regreso de la Exaltación a Santa Catalina, por Manuel Gómez

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Diputación de Sevilla, cultura
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