Redacción. No nos han educado para la incertidumbre. Pista de ello dan las veces que nos decían de pequeños que estudiáramos para labrarnos un futuro, algo que sonará a las generaciones Millennial y anteriores. Nos frustramos al no alcanzar todo lo que esperamos, aquello por lo que trabajamos, pero lo más realista sería asumir que no hay certezas. Menos aún en tiempos de coronavirus.
Tienen éxito las personas resilientes, las que son capaces de adaptar sus planes e introducen cambios en la planificación sin que la frustración aparezca. Pero, con todo, es humano sentirnos superados por la incertidumbre y buscar respuestas ante el futuro.
Eso explica las consultas al tarot. Los videntes llevan milenios calmando la ansiedad de quienes necesitan vislumbrar su horizonte, y ahora se han adaptado a los nuevos tiempos.
El tarot visa
Tal adaptación queda patenten en el tarot visa, una modalidad que pretenden ofrecer facilidades a quien consulta. En ella destaca Silvia Santoralia, profesional del arte de la adivinación que representa la tercera generación de tarotistas en su familia: “Soy vidente natural y, por ello, tengo una gran responsabilidad con mi don, algo que me tomo muy en serio y que trato como lo que realmente es: una gran bendición”, explica.
El tarot visa no solo se caracteriza porque requiere tarjeta de crédito para abonar las consultas. Se configura como una opción más económica que el 806, luego está pensado para sesiones más extensas en las que reine la tranquilidad y no haya prisas. El 806, por su parte, está diseñado para consultas más rápidas y puntuales.
La duración mínima de la llamada es de 15 minutos, el tiempo que una tarotista como Silvia Santoralia necesita para poder activar su videncia y dar respuestas. Este primer cuarto de hora tiene un precio de 20 euros, pero a partir de ahí descenderá hasta 1 euro por minuto.
Sea en la modalidad Visa u 806, la manera de asegurarse de que la llamada no costará más de lo necesario es contactar con una profesional. “Las farsantes suelen darle vueltas y más vueltas a los mismos sin ir hacia un rumbo fijo y sin darte ninguna respuesta concreta. Lo que buscan es que estés más rato al teléfono para poder ganar más dinero”, asegura Santoralia.
Así funcionan las sesiones
Todo el mundo se ha preguntado alguna vez qué siente la otra persona, si volverá con su ex, si conseguirá ese trabajo que tanto necesita o si se recuperará de algún bache. Encontrar las respuestas es cuestión de esperar o de adivinar, y esto último nos lleva a las tarotistas.
Al llamar por teléfono para iniciar una sesión, lo ideal es que pueda atender la persona que figura como vidente principal, como explica Silvia Santoralia.
En ocasiones, son agentes telefónicos dotados o no de habilidades quienes responden, algo propio de los gabinetes. Una buena vidente natural, en cambio, se manifiesta como una persona cercana, humana y con gran percepción, cualidades que no todo el mundo posee. En el caso de Santoralia, si no puede atenderte pedirá a su secretaria que tome los datos para contactar en otro momento.
Lo habitual es que una sesión telefónica se active con una pregunta clave, como el horóscopo o la fecha de nacimiento. Esos datos, junto a la voz de quien contacta, deben ser suficientes como para no tener que hacer más preguntas íntimas que puedan resultar incómodas. Las cartas del tarot harán el resto.
Es recomendable que la persona tenga claro qué va a preguntar, por lo que conviene realizar una introspectiva que ayude a identificar lo que de verdad atormenta y perturba. Una buena vidente irá al grano al dar respuestas, pero conviene buscar un ambiente tranquilo y relajado para no ir con prisas. El tarot visa, precisamente, está pensando para ello.
El tarot, una práctica de hace siglos
La necesidad de encontrar respuestas, decíamos, es propia de nuestra especie y tan antigua como la humanidad misma. Ya en el antiguo Egipto, los sacerdotes tenían la función de interpretar los sueños del faraón, aconsejarle y realizar rituales y conjuros para favorecer sus propósitos.
Los oráculos griegos, por otra parte, eran parte fundamental de la religión y la cultura de la antigua Grecia. Se constituían como repuestas dadas por un dios a un pregunta personal, y que generalmente tenía que ver con su futuro. Era, por lo tanto, una vía para la adivinación que ha evolucionando con los años, hasta nuestros días.
En la actualidad, los profesionales de la adivinación se sirven de las tecnologías digitales para llegar a más gente. Las páginas web, los perfiles en redes y las nuevas formas de pago con visa así lo constatan, aunque también ha motivado que proliferen los intrusos. Optar por videntes de confianza y prestar atención a la manera de trabajar es fundamental.